"Estaba cruzando la Plaza Yrigoyen con mi pareja para ir a cenar, como hacemos siempre, y vimos a un hombre sentado con una chica, que tenía puesta una campera de la Municipalidad. Cuando pasamos por al lado, él se levantó, sacó un revólver calibre .22 y nos dijo que le diéramos todo", le contó al Diario Hoy Facundo Fuente Calafar, un joven de 22 años que fue baleado anteanoche en 19 y 60, durante un sangriento robo.
El muchacho, que caminaba junto a su pareja de 26 años, agregó que el delincuente que tenía el arma "disparó una vez al piso y Yésica, mi novia, le tiró su mochila. Cuando el ladrón la fue a buscar, yo le salté encima y él o la chica con la que estaba me pegó dos veces en la cabeza".
Durante el forcejeo la pistola se cayó, el hampón la levantó y sin dudar disparó hacia Fuente Calafar. "La bala entró por el estómago y caminó por el borde del tórax, pero no llegó a penetrar y quedó incrustada ahí, según me explicaron después los médicos", añadió la víctima.
Pese a estar herido, el joven corrió a los malhechores, que finalmente pudieron escapar en la moto en la que estaban, con la mochila como único botín. "En ese momento no pensé en nada, solo quería recuperar las cosas. El tiro no lo sentí, me di cuenta un minuto más tarde y poco después sí, ya sentí que me quemaba", detalló el damnificado.
Con el proyectil en su cuerpo, cruzó la calle y se acercó a un grupo de personas que se encontraban reunidas en el lugar. "Estaba lleno de gente, al menos 20, porque había una pizzería que estaba abierta y además había un kiosco", contó el joven. Los allí presentes llamaron al 911, por lo que tres móviles del Comando de Patrullas La Plata, al mando de Ricardo Astopini, se hicieron presentes, y uno de ellos lo trasladó al Policlínico San Martín, debido a la tardanza de la ambulancia.
Una vez en el nosocomio, donde ingresó "consciente y lúcido", se comprobó que su vida no corría peligro y, tras recibir las curaciones de rigor, le dieron el alta.
