Hay muchos que, por un motivo o por otro, optan por no hacer una merienda y acumular la ingesta de alimentos en el horario de la cena. Pero esta conducta cada día más popular, no solo entre los adultos sino también entre los más pequeños, no es para nada saludable.
Por eso les acercamos algunos datos que pueden hacer que reviertas tu decisión y comiences a incorporar las meriendas a tu rutina:
1. No hay edad para merendar. Cuando se es niño resulta fundamental tener una ingesta de calorías acorde al gasto de energía que se hará en el día. A los adultos mayores, los ayuda a cubrir las falencias de nutrientes y en el caso de los deportistas (profesionales o amateurs) es una herramienta de recuperación fundamental.
2. Es un medio para combatir la obesidad. Al acortar el tiempo que pasamos sin comer, llegamos a la cena con menos apetito o ansiedad que nos impulsen a preferir en ese momento alimentos inadecuados.
3. La merienda no es para comerse todo. Los nutricionistas recomiendan que represente el 20% del aporte calórico total del día de niños o adolescentes, mientras que para los adultos el porcentaje baja hasta el 5% o 10%".
4. Es importante ingerir alimentos de diferentes grupos. Lo indicado es incorporar a la merienda lácteos, frutas naturales y cereales.
5. La clave es tomarse su tiempo. Como cualquier comida, un punto importante es poder hacer la ingesta con tranquilidad para colaborar con la correcta digestión. Pero eso no es todo: es fundamental poder disfrutar del alimento y del momento de pausa en la jornada.