Aunque no parezca e inclusive cueste creerlo, no es necesario que la mujer de futbolista figure en los papeles para ser su representante. Tácitamente, más de una suele bajar el martillo cuando a su marido le llegan ofrecimientos laborales. Es bastante común en el mundo del fútbol, aunque no al nivel de Wanda Nara. Para ser sinceros y objetivos, no muchos creen en las palabras de rubia. Se sabe, para manejar la carrera de un delantero de elite como el rosarino, se necesitan equipos de trabajos enteros, integrados por abogados, contadores, intermediarios y especialistas en asesoría deportiva.
¿Usted se la imagina a Wanda negociando una transferencia millonaria de Mauro Icardi, interpretando correctamente cada una de las cláusulas que componen ese tipo de contratos? Difícil, aunque ella insiste y remarca que Icardi ha empezado a hacer diferencia económica desde que está a su lado. Ahora, dicen, su presencia más que sumar, empezó a ser un ostáculo para el atacante del Inter. Se comenta que nada menos que el Real Madrid se encuentra tras los pasos de Icardi, pues en España la prensa ha deslizado que existe un interés concreto por contratarlo.
Para que eso se cumpla, las autoridades del equipo merengue deberán desembolsar una suma que rondaría los 100 millones de dólares, pero estarían dispuestos a pagar porque están decididos a ocupar con Icardi la vacante que dejará la partida de Venzema. Se rumorea que Real Madrid tiene previsto dar por iniciadas las negociaciones de un momento a otro, pero todo dependerá de Wanda. No por el rol que ejerce como representante, nada que ver.
Los directivos de La Casa Blanca quieren estudiar detenidamente de aquí en más su comportamiento. "Icardi tiene una mujer muy polémica", se atajan, y dan a entender que de continuar con su conducta mediática tan ostentosa y agresiva, como por ejemplo en su momento con ataques a Maxi López o ironías hacia el técnico de turno en la selección argentina, posiblemente el pase se caiga. La plata todo lo hace posible. Hasta Wanda cambiaría su manera de manejarse, porque, si hay algo que la caracteriza, es que no come vidrio.
