
Monseñor Olivera acordó con el Papa Francisco la divulgación del contenido del registro, que tiene 127 bautismos desde 1975 a 1979.

"No sé si habrá mucha información en el libro", admitió monseñor Olivera al mismo tiempo que informaba sobre su hallazgo. Hablaba del registro de los bebés que fueron bautizados durante la dictadura en la capilla de la Escuela de Mecánica de la Armada, un documento que hará público próximamente.
No fue fácil ni frecuente conseguir documentación sobre los crímenes cometidos por los militares durante el terrorismo de estado. Se trató de operaciones clandestinas, ilegales: por eso, las pruebas que permiten reconstruirla fueron a menudo destruidas, fraguadas o están ocultas. Esa es la razón por la que también a veces aparecen evidencias donde menos se las espera.
La decisión de monseñor Santiago Olivera, obispo castrense, consensuada con el Papa Francisco, de dar a conocer el contenido del libro de bautismos de la capilla de la Escuela de Mecánica de la Armada entre 1975 y 1977 (contiene los datos de 127 bebés, justamente la cantidad de nietos encontrados hasta hoy por Abuelas de Plaza de Mayo) no despierta demasiadas esperanzas.
Los partos de embarazadas que llegaban a la ESMA secuestradas por la Marina se llevaban a cabo en el Sótano del Casino de Oficiales o en el Hospital Naval. El médico que las atendía era por lo general Jorge Magnacco. Las mamás esperaban el momento de parir encerradas y aisladas en una habitación. Les prometían que sus hijos iban a ser entregados a sus familias para que los criaran hasta que ellas recuperaran su libertad. Las animaban a escribir una carta, a eligir un nombre, en algunos casos hasta a armar un ajuar. Pocos días después del alumbramiento, ellas y sus hijos desaparecían. Los chicos eran por lo general retirados por el prefecto Héctor Febres, alias Daniel o Selva o por el suboficial Carlos Gaitán, conocido como Pedro Bolita.
Si las madres no habían sido secuestradas por la Marina, por lo general el bebé era "devuelto" a la fuerza que la había detenido ilegalmente. Por eso, Rodolfo, el hijo de Patricia Roisinblit, nacido en la ESMA, fue hallado en manos de un agente civil de inteligencia de la Fuerza Aérea de apellido Gómez. Patricia estuvo secuestrada en la Regional Inteligencia Buenos Aires de la aeronáutica en Morón antes de ser transferida a la sede de la Marina. Del mismo modo, Ezequiel Rochstein, cuya mamá, Graciela Tauro fue enviada desde Mansión Seré al centro clandestino naval de Núñez, creció con el represor Juan Carlos Vásquez Sarmiento, suboficial aeronáutico.
"En este libro figuran los 127 bautismos realizados en la ex-ESMA entre los años 1975 y 1979. Tenemos que investigar, puede ser que algún marino haya bautizado allí a su hijo, pero puede ser que haya otros casos", reveló Olivera, aludiendo a la terrible historia de bebés dados a la luz en ese lugar por mujeres detenidas, luego desaparecidas.