Varios individuos provocaron algunos daños en la parte externa de una vivienda perteneciente al doctor Mario Alberto Ferrario, fiscal del departamento judicial de Morón, que tiene a su cargo la investigación por el tremendo secuestro y posterior asesinato de la niña Candela Sol Rodríguez, de 11 años.
El suceso, de ribetes confusos, se registró en un tradicional barrio privado, en la localidad bonaerense de Villa Udaondo, en el partido de Ituzaingó, y los agresores lograron darse a la fuga. Las autoridades tratan de aclarar lo ocurrido, ya que se procura establecer si los sujetos que consumaron el ataque lo hicieron al voleo o si conocían la identidad del morador del citado inmueble. Un dato llamativo: en diciembre pasado, la casa en la que reside el funcionario había sido asaltada por una banda de marginales que finalmente resultó desbaratada por integrantes de la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Los voceros de los tribunales de Morón revelaron que el hecho, que sucedió el sábado pasado, aunque recién trascendió ayer, se produjo en una finca en el denominado Barrio Altos del Sol, situado en calle Horacio Quiroga al 4800, casi en el cruce con Santiago Rocca, en el citado distrito y a unos 100 metros del Camino Parque del Buen Ayre. De acuerdo con lo manifestado por los informantes, un grupo de individuos ocasionó daños en dicha vivienda, que se asegura está relacionada con el doctor Ferrario. El grupo de atacantes huyó y ahora es buscado por los servidores públicos, en la zona oeste del conurbano provincial. Según los trascendidos, al momento de lo ocurrido, el domicilio carecía de moradores ya que sus ocupantes se hallarían de vacaciones.
Posteriormente el mencionado caso fue denunciado en la comisaría de Villa Udaondo (3ª de Ituzaingó), cuyos pesquisas policiales realizaron de inmediato diferentes procedimientos con el objetivo de aclarar lo sucedido. Hasta el momento, se desconoce si los autores del incidente actuaron al voleo y por vulgar diversión, o si conocían las identidades de la gente que reside en dicha vivienda. Ferrario, junto a sus colegas Antonio Alberto Ferreras y Pablo Daniel Galarza, se hicieron cargo, meses atrás, de investigar la muerte de la inocente criatura, en un ilícito que había originado una gran consternación en la sociedad.