La inseguridad es uno de los temas que más preocupan a los platenses.
Cuando asumió la intendencia, Julio Garro tomó ese reclamo, pero las promesas quedaron a mitad de camino.
Su primer secretario de Seguridad, Daniel Piqué, había prometido sumar 500 cámaras para tareas de monitoreo y prevención.
En los siguientes meses continuaron los anuncios, pero aún se está lejos de esa cifra.
Además, existe un problema adicional: muchas de las cámaras que funcionaban en 2015 necesitan renovarse porque han quedado obsoletas y no funcionan.
Los centros de monitoreo barriales, otro de los caballitos de batalla para dar tranquilidad en arterias claves de la ciudad, no siempre cuentan con personal en las garitas. "Son cáscaras vacías", se quejan los frentistas.
Los robos se han esparcido a toda La Plata y su periferia. Prueba de ello es que se han creado asambleas barriales en diferentes zonas para pensar acciones de prevención civil y elevar reclamos a las autoridades locales.
De hecho, el propio director de Seguridad del municipio, Daniel Castellani, mantuvo encuentros con estas organizaciones. Las tareas de poda y de mejoramiento de la iluminación fueron avances importantes, pero los vecinos de Barrio Norte y El Mondongo, por ejemplo, exigen que haya uniformados patrullando por las calles y no solamente estacionados en una esquina.
Los bicipolicías también fueron anunciados con bombos y platillos, pero su presencia es invisible para los vecinos.
El ex presidente de la comisión de Seguridad del Concejo Deliberante, Javier García, había señalado el año pasado en COOL 103.7 que el tema delictivo es un problema "de sábana corta"; es decir, cuando los esfuerzos y recursos policiales se dirigen a un punto conflictivo, se descuidan otros lugares de la ciudad.
En ese sentido, resulta clave el aporta presupuestario de la Provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, los robos siguen vigentes en todos los rincones de la ciudad. ¿Falta de recursos o falta de voluntad política?
