El dato de inflación de marzo (2.3%) fue uno de los mayores baldazos de agua fría para el gobierno en mucho tiempo. Marzo no tenía aumentos tarifarios: había quedado en medio de los ajustes de luz, gas y transporte de febrero y abril. Por eso, la esperanza del ejecutivo era que marzo fuera un "valle" para la inflación. Pero la "cordillera de la inflación" no se tomó descanso.
El rubro que picó en punta fue educación: 13.5%. Es decir, ese ítem sextuplicó la inflación promedio del mes. Allí impactó fuertemente el aumento en las cuotas de los colegios privados y las subas de los útiles escolares por el comienzo de las clases.
Casi todos los rubros estuvieron "engordados" el mes pasado. ¿Quién engordó esos precios? El dólar. El dato que se conoció el jueves demostró por qué Sturzenegger había empezado a intervenir en el mercado de divisas para controlar a la moneda norteamericana. El presidente del Banco Central tenía información de que el traspaso del dólar a los precios se estaba acelerando en los últimos días de marzo.
Es cierto que ese "pass through" no fue tan importante como en otras épocas en Argentina, pero fue lo suficientemente grande como para dañar la inflación de marzo y dar por terminada la ya ridícula meta del 15% anual de Nicolás Dujovne.
El ministerio de Hacienda subestimó la suba del dólar. El subsecretario de Programación Económicas, Luciano Cohan, reconoció su falso optimismo en las redes sociales: "Me hago cargo y recojo el guante", dijo en Twitter. Y es que el funcionario, en septiembre, había manifestado que el traspaso del dólar a los precios era algo que ya había terminado en el país. Marzo fue una cachetada a esa esperanza.
El número dos de Sturzenegger también advirtió que la inflación de marzo había sido un dato negativo: "Lo malo: el número de inflación de marzo fue malo. Lo bueno: hay buenos motivos para creer que es transitorio, y eso mismo piensa el mercado".
¿A quién tenemos que mirar para echar culpas? ¿A Sturzenegger o a Dujovne? Digámoslo así: Dujovne carga con la herencia kirchnerista y Sturzenegger carga con la tibieza de Dujovne.
En estos dos años, la inflación fue motorizada por la suba de tarifas. Esa decisión es compartida tanto por Dujovne como por Sturzenegger. Ahí no hay grietas: ambos consideran la importancia de reducir los subsidios económicos. Pero Dujovne no aceleró en otras áreas del gasto público; al contrario, sostuvo un alto gasto social y un boom de la obra pública. Algunos economistas sostienen que el gobierno debe moderar la obra pública para que el déficit fiscal se reduzca más rápidamente.
Si Dujovne (y la sociedad argentina) no se ponen de acuerdo en cómo "adelgazar" al Estado, es muy hipócrita pedir que la inflación baje. La inflación es el costo de tener un gasto público desbordado. Si nadie quiere corregir ese desborde, la inflación no cederá. El gobierno fue muy "valiente" para aumentar las tarifas, pero avanzó muy poco en la situación del empleo público y el sistema previsional, que son los otros dos grandes gastos del ejecutivo.
El gobierno lleva adelante un plan de metas fiscales que es interesante y sostenible. Pero esas metas no son compatibles con las exigentes metas de inflación. Con el plan de Dujovne (ajuste tarifario, baja lenta del déficit y dólar flotante), Argentina podría llegar a una inflación de un dígito (país normal) en 2020. Este año terminaría con 22%; en 2019 descendería a 17%; en 2020 a 14%; y recién en 2021 se podría pensar en perforar el 10%. ¿Es una proyección mala? Depende como se mire el vaso: bajamos la inflación, pero a un ritmo bastante lento. La sociedad parece estar más ansiosa que ese ritmo hiper-gradualista.
Ante este panorama, ¿qué hará Sturzenegger? Tiene dos herramientas para actuar. En primer lugar, va a sostener una tasa de referencia alta. Hoy la tasa de interés para las LEBACS es del 27.25%, mientras que la inflación interanual (tras el dato de marzo), superó el 25%. No sería descabellado que luego de conocerse la inflación de abril (que también será alta), el presidente del Banco Central lleve hacia arriba la tasa.
La otra herramienta es vender dólares en el mercado de cambios para frenar al dólar, algo que ya viene haciendo en las últimas semanas. Eso también seguiría.
El dato de inflación de abril puede ser clave. Sobre todo, si supera el 2.5%. Macri mira con preocupación este paisaje. Durante la campaña de 2015, dijo que la inflación era uno de los problemas más fáciles por resolver. El tiempo no le dio la razón.