Esta semana el concejal por el Partido Justicialista, Fabián Lugli, presentó un proyecto que implica crear taxis de color rosa -si, tal cual lo dice el nombre- que funcionen dentro de las agencias ya existentes para uso exclusivo de mujeres y niños.
Tan sólo unos días antes de que el concejal presentara su proyecto, se conoció la iniciativa: Flota Bolten, una agencia de remises creada por vecinas de La Plata; mujeres que decidieron organizarse y encontrar una manera de viajar seguras. Este caso representa varias diferencias, la primera: el nombre.
Sabemos que quien domina, nomina por lo que la manera que elegimos para llamar o nombrar las cosas, no es casual ni caprichoso. La agencia de remises impulsada por las mujeres decidió usar el nombre de Virginia Bolten para rendirle homenaje. Se trata de una activista anarquista y feminista argentina de principios de siglo XX que peleó por los derechos laborales de las mujeres.
Entonces elegir el nombre de Virginia para una iniciativa autogestionada por mujeres, marca un posicionamiento ideológico fuerte, que no se reduce al miedo o a la incomodidad de viajar en un auto conducido por un hombre desconocido. Todo lo contrario, parte de la voluntad y fuerza de mujeres que no esperan a que otros tomen medidas y que mientras la realidad no cambie, no van a resignarse.
"Taxi Rosa" parte de estereotipos ("lo rosa es de nena") y de copiar modelos que no solucionaron el problema de fondo en ningún lugar del mundo. Una cosa es que las propias vecinas de una ciudad se organicen para viajar seguras-es una medida paliativa-, pero otra cosa muy distinta es que desde el Estado se impulse un proyecto que no hace más que segregar a las mujeres en lugar de prevenir y revertir la violencia de género y el acoso machista.
El Estado debe garantizar nuestra seguridad, tiene que atacar el problema de raíz y para eso son necesarias políticas públicas de género reales desde educación en los colegios hasta igualdad de oportunidades para todos los géneros en todos los ámbitos y espacios.
A mediados de 2016 la legisladora Graciela Ocaña presentó el proyecto "Vagones Rosas" para el subte en la ciudad de Buenos Aires. Ello implicaba la creación de un vagón de uso exclusivo para mujeres como existe en México DF por ejemplo. Ahora bien, en México no se terminó con el acoso callejero ni con la violencia de género, pero sí se coartó la libertad de usar el espacio público en igualdad de condiciones a las mujeres.
La solución del Estado nunca puede ser separar a un grupo de personas, en cambio debe elegir el camino de la educación, la prevención y políticas públicas reales. Para eso es el Estado.
