
Pasó una de las semanas más difíciles para el gobierno. El viernes llegó un alivio: el dólar retrocedió algunos centavos tras varias rondas de aumentos. Pero no es el fin: la semana entrante volverá a ser tensa.
El dólar se había transformado en un Godzilla y amenazaba con una destrucción masiva. Por eso el Banco Central reaccionó con toda su artillería: exageró una tasa de interés al 40% y anunció que seguirán interviniendo para estabilizar el mercado.
Sturzenegger ya había advertido que el dólar estaba tomando un vuelo peligroso. De allí que vendiera más del 5% de las reservas para compensar una demanda caliente. Pero el viernes eligió usar la herramienta de la tasa. También con mucha potencia.
A Godzilla no se lo derrota con una sola persona. Entonces, Dujovne y Caputo ensayaron una exitosa conferencia de prensa que calmó al monstruo. Declararon el fin del gradualismo. Prometieron más recortes en los gastos de la política y fundamentalmente una reducción de la obra pública.
Alguno se preguntará que tiene que ver la obra pública con la suba del dólar. Son temas indirectamente vinculados. Cuando hay terremotos internacionales como ocurre actualmente (Estados Unidos subiendo su tasa de interés y aspirando dólares de todas las economías emergentes), los países que dependen del financiamiento externo (endeudamiento) son los que quedan más expuestos.
El endeudamiento argentino proviene del déficit fiscal. Y el déficit fiscal se genera por un exceso del gasto público. En conclusión: el mensaje de Dujovne apunta a darle más velocidad al ajuste fiscal. La obra pública es el área señalada para los recortes.
Con el mismo razonamiento, el gobierno insistirá en la necesidad de seguir eliminando subsidios en los servicios públicos. El cimbronazo de esta semana le dará un buen argumento: no hay mucho tiempo para hacer todas las correcciones. "Si queremos evitar nuevas corridas bancarias, habrá que hacer los deberes y ajustarse el cinturón", razonan desde la Casa Rosada.
¿DÓLAR ALTO?
Un error muy frecuente es decir que "el dólar tocó un nuevo techo histórico" o que "se fue por las nubes". Es tan absurdo como afirmar que el salario de una persona tocó un máximo histórico en 2018 porque ahora gana 20.000 pesos y en 2005 (por ejemplo) ganaba 1.500 pesos. Como todos sabemos, en el medio hubo mucha inflación y eso es lo que explica mayormente la diferencia. Lo mismo pasa con el dólar: un tipo de cambio se mide en relación a la inflación que tiene ese país.
¿Cuándo hubo un dólar realmente muy alto en Argentina? Entre 2002 y 2008. Duhalde hizo una fuerte devaluación y el dólar saltó a los cuatro pesos.
Con Néstor Kirchner ese proceso se mantuvo. El dólar empezó a bajar en términos reales a partir del 2008, justamente cuando comenzó la inflación y el gobierno de ese momento decidió "congelar" el valor de la divisa. Devaluar o depreciar tu moneda es la consecuencia de tener inflación. No es sano tener el dólar planchado cuando el peso pierde valor. Eso ocurrió en el final de la convertibilidad, a partir del 2008 y parcialmente en 2017.
Notar que el dólar alto o caro entre 2002 y 2008 coincidió con una de las mejores etapas económicas del país. A Lavagna (y muchos de los economistas actuales del Frente Renovador) les gusta el dólar alto. Por eso Cristina los llamaba el "Frente Devaluador" de manera despectiva. Un dólar alto desalienta el turismo al exterior y fomenta que los extranjeros vacacionen en nuestro país, y también es un salvavidas para los industriales locales que compiten contra los importadores.
Un dólar alto destruye las importaciones simplemente porque se vuelven más costosas. Además, favorece a los exportadores y eso es clave para generar "dólares genuinos" por vía del comercio exterior.
El dólar alto, finalmente, también tiende a generar más empleo ya que los costos laborales en dólares se reducen. De allí que entre 2002 y 2008 se crearan millones de puestos de trabajo y se radicaran muchas firmas extranjeras en nuestro país.
Pero no todo es color de rosas. También hay perdedores. En principio, un dólar alto puede ocasionar un salto inflacionario en la primera etapa y reduce los salarios en dólares de los trabajadores. También complica a las empresas que se nutren de bienes o servicios del exterior, pero no son exportadoras.
¿ENTONCES?
Estos movimientos del dólar dañan a la inflación. Y esa es la preocupación del gobierno. Pero en el fondo sabían que la divisa podía trepar en cualquier momento. Con un nuevo valor de 22 pesos podría eliminarse el déficit comercial ya que, como se dijo, mejorarán las exportaciones y caerán las importaciones. Es decir, este terremoto no deja solamente caídos.
Para el ciudadano de a pie no habrá buenas noticias en el corto plazo: la inflación estará entre el 20 y el 25% para 2018. En este contexto, la guerra por las paritarias tendrá nuevos e intensos capítulos en el futuro inmediato. La tasa al 40% y el freno a la obra pública lesionarán parte del crecimiento económico. En lugar de un crecimiento anual del 3%, seguramente el país tendrá una actividad del 2%.
Mañana será un nuevo día agitado. El gobierno y Sturzenegger recargaron municiones durante el fin de semana. ¿Cómo se despertará Godzilla?