Hace menos de un año Gustavo Bolla fue noticia por primera vez. Su presencia vestido con simbología nazi en los alrededores de una escuela judía del barrio porteño de Almagro causó preocupación y derivó en una denuncia por la que pasó internado varios meses en un neuropsiquiátrico. Ahora volvió a su casa, en un edificio de Caballito, y las que ya no están tranquilas son sus vecinas, a quienes amenaza en las redes sociales con mensajes sexuales o violentos.
La primera intimidación llegó a través de una cadena de correos electrónicos entre los miembros del consorcio. "Se acerca el día D, en el que me vengaré de todas las mujeres", aseguró entonces según la denuncia que hicieron las destinatarias de la advertencia. "Las féminas son todas unas reverendas perras".
El hecho derivó en la intervención de las autoridades y un allanamiento en el departamento del acusado, en la calle Senillosa al 400, que aunque reveló algunos elementos llamativos para la investigación, no avanzó más que eso. "A pesar de encontrar ropa interior femenina, pornografía adulta e infantil, la fiscal no hizo nada", remarcó una de las vecinas.
En el mismo procedimiento también se encontraron carteles en la puerta con distintos mensajes de contenido sexual, la mayoría dedicados a las mujeres del edificio. Otra de ellas señaló: "Hemos implorado un montón a la fiscal para que hiciera algo pero no avanza en la investigación. La policía vino, sacó esos papeles pero él volvió a pegar otros, ahora amenazando a una familia judía".
Sus vecinos no se olvidan del primer escándalo en el que se vio envuelto Bolla, cuando en octubre del año pasado fue detenido mientras tomaba fotos y grababa a los alumnos de la escuela ORT vestido con el uniforme del régimen nazi. En esa oportunidad, lejos de arrepentirse, dijo que estaba "orgulloso" de haber llevado insignias con la simbología del ideal de Adolf Hitler.
