"Estuvo dos años sin acostarse, lo que puede ser agotador para un elefante. Y también sufre más dolor porque no puede liberar la presión de sus patas", indicó Scott Blais, director del Santuario de Elefantes de Brasil.
"Le dijimos a los cuidadores que ayudaran a la elefanta a desplazarse para poder descansar en una posición más cómoda en el suela", indicó, y agregó que "la expectativa es que pudieron estar entre 8 y 12 horas recostada para que pueda reponerse y recuperarse".
Sin embargo, las respuestas del animal no fueron las esperadas: "Lamentablemente las cosas no fueron en la dirección que deseábamos. Comenzó a mostrar menor respuesta los estímulos. Su torrente sanguíneo y los valores de los análisis empezaron a desmejorar", informó Blais.
"Todo indica que la elefanta está en su etapa final. Tratamos de honrar a Pelusa. Ahora el objetivo es que esté lo mas cómoda posible. Siempre puede haber un milagro, pero estamos ante los últimos días de Pelusa", completó con tristeza el especialista de Brasil.
En esa dirección, enfatizó que "este es el resultado del cautiverio. Este es el resultado de casi 50 años en este espacio que es completamente insuficiente ya que no permitió la estimulación física, psicológica ni emocional".
"Dicho eso, sus cuidadores están completamente dedicados a ella, la adoran, quieren hacer todo lo posible pero es muy difícil luchar contra lo que genera el cautiverio", enfatizó.
Blaise sostuvo que "el deseo egoísta de querer ver animales en un zoológico, es lo que causa situaciones como ésta y no sólo con elefantes, hay muchos animales sufriendo en cautiverio".
Finalmente, contó que "estamos trabajando con otros zoológicos de Argentina para que también sus elefantes puedan ir al santuario de Brasil. Vamos a continuar nuestro trabajo para encontrar una solución que nos permita trasladar a los elefantes antes que sea muy tarde. Pelusa no alcanza esa chance pero con esperanza le podemos dar esa oportunidad a otros de vivir como los elefantes deberían".
