SUBE. La tarjeta de viaje para movilizarse en transporte público deberá cargarse con mayor asiduidad y con más dinero desde el próximo 15 de agosto, cuando comiencen a regir las nuevas tarifas para trenes y colectivos. Los aumentos continuarán en septiembre, octubre y quién sabe hasta cuándo más. Pues al anunciar las subas, ayer el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, intentó justificar que "el sistema tiene variables que no controlamos".
El boleto de colectivo, que hoy tiene un valor mínimo de $10 (hasta 3 kilómetros), saldrá en octubre $13, un 30% más caro. En cuanto a los pasajes de tren, el ferrocarril Roca, que a la fecha tiene una tarifa mínima de $3,25, aumentará de a 75 centavos por mes, con lo que para octubre llegará a los $5,50. El incremento será de más del 69%.
De no haber más aumentos antes de fin de año, el boleto mínimo de colectivo habrá aumentado un total de 116,7% en diez meses: de $ 6 en enero a $ 13 en octubre. En el caso del tren Roca, el incremento sumará un 175%: de $2 en enero a $5,50 en octubre.
Así, mientras que a comienzos de año una carga de $100 en la SUBE permitía realizar 16 viajes en colectivo, ahora solo alcanzará para 7; la misma carga que en enero bastaba para 50 boletos de tren, ahora solo alcanzará para comprar 18.
Dietrich no descartó nuevas subas antes de que finalice el año, entre otras cuestiones, por el incremento de los combustibles que, según las petroleras, tienen un atraso del 35%.
Como excusa para el nuevo tarifazo, el funcionario interpuso que "las tarifas deben acompañar el crecimiento, con mayor infraestructura e inversión". Pero acá nomás, los pasajeros esperan el Roca a la intemperie, entre el frío y la lluvia, porque a más de un año de la reactivación del tren la estación de 1 y 44 todavía espera por su techo.
Con la obra pública paralizada, Dietrich, se ocultó tras esa máscara, arguyó que el tarifazo busca mejorar la vida a quienes "más lo necesitan y más viajan". No dijo la verdad: que este aumento, que licúa todavía más el salario de los usuarios, será para pagar la fiesta de las empresas monopólicas del transporte (como sucede con la luz, con el gas). No dijo el ministro que mientras se pagan tasas exorbitantes en bonos y Lebacs, mientras se alienta la libre fuga de capitales en favor del mercado, se reducen beneficios a las clases bajas y medias, se encarece la vida y aumenta la miseria. No dijo que el aumento anunciado ayer representa un nuevo lastre para la inflación, flagelo al que el más optimista de los economistas le pone un piso del 30%. A cielo abierto. Pues nadie se anima a arriesgar un techo.





