Miguel Arroyo tiene 69 años. Desde hace 47 años –es decir, el 68 por ciento de su vida– está internado en el hospital psiquiátrico de Oliva sin que su situación llamara la atención del Estado, hasta que una trabajadora social comenzó a indagar sobre su situación y se destapó el caso.
Ahora, el Juzgado federal de Bell Ville aguarda que se concrete el peritaje oficial que se ordenó para evaluar su estado de salud y determinar los pasos por seguir.
De todos modos, según fuentes judiciales consultadas, existe consenso de los profesionales de salud de que el hombre se mueve y se alimenta solo, pero que fuera de la institución no podría sobrevivir sin contención de familiares.
Miguel tiene una hermana de 78 años que vive en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas, pero por su propio estado de salud (artrosis y problemas de visión) no puede viajar a visitarlo, según contó a este medio.
El hombre es oriundo del Chaco. Trabajaba como albañil y peón de campo, según relató su familiar.
Arroyo tuvo luego un altercado con un enfermero y se le inició una causa judicial, pero fue sobreseído por considerárselo inimputable por su salud mental. Eso ocurrió en 1975. En ese entonces, el juez federal Eudoro Vázquez Cuesta dispuso que continuara internado en el hospital "de donde no podrá salir sin resolución de este juzgado y previo informe favorito de peritos".
Desde entonces, la historia de Arroyo se desarrolló siempre bajo la órbita de la institución, hasta que la trabajadora social Bisconti llamó al Juzgado federal para preguntar por su situación.





