Al cuerpo lo encontraron hace una semana, calcinado y boca arriba en medio de los pastizales de un campo de Zárate. Cuando los agentes de la Dirección de Investigaciones (DDI) lo dieron vuelta, descubrieron cuatro impactos de bala en la espalda. Las huellas dactilares de tres dedos, que se salvaron de las llamas, fueron clave para identificarlo. Era Vittorio Piva, un empresario italiano de 46 años, que estaba desaparecido desde el 12 de octubre. Los investigadores siguen la hipótesis del ajuste de cuentas.
La fiscal porteña Mónica Cuñarro recibió la denuncia por la desaparición el 22 de octubre, aunque su familia no sabía nada de él desde el 12 de ese mes, y de inmediato le dio intervención a la División Búsqueda de Personas Desaparecidas de la Policía Federal (PFA). Su par de Zárate, Alberto Gutiérrez, fue el que les ordenó a los peritos forenses identificar el cuerpo. Mientras deciden quién continuará con la causa, los investigadores pusieron la lupa sobre los movimientos del italiano en la Argentina.
El fiscal Gutiérrez ya tiene el Registro Nacional de Reincidencia. Piva fue detenido el 25 de febrero de 2016 junto a dos personas más, G.G., de 57 años, y C.A.C., de 28 años, cuando viajaban en un taxi. Un equipo de la División Robos y Hurtos de la PFA los acusó de tocar timbre en una casa para esconder droga. El taxista negó esa versión: declaró, como testigo, que los agentes lo obligaron a frenar el auto antes de que sus pasajeros bajaran.
El juez federal Daniel Rafecas, por pedido de la fiscalía interviniente, resolvió anular el acta por la contradicción entre los oficiales y el testigo, aceptó sobreseer a Piva y sus dos acompañantes y denunció a los integrantes de esa brigada ante su par Rodolfo Canicoba Corral.
Una de las primeras cosas que hizo el empresario cuando tras ser sobreseído fue viajar a Bolivia, donde vive su pareja brasileña. Hasta el 12 de octubre de este año, cuando fue visto por última vez con vida, cruzó 16 veces la frontera argentina: 7 veces a Bolivia; 4, a Brasil; 3, a Uruguay; 1, a Paraguay; y 1 a España. Los viajes no siempre fueron ida y vuelta: a veces salía por Bolivia y entraba por Brasil o al revés.
El 18 de julio de este año, cuando pasó el sector de Migraciones en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Piva declaró que vivía en la avenida Rivadavia 3520, de la ciudad de Buenos Aires, pero en los últimos días, cuando el equipo de la PFA buscó en la base de datos su domicilio para allanarlo, figuraba otro en la calle Lavalleja 122. Estaba cerrado.
Los investigadores están convencidos de que Piva no era un empresario sojero sino que analizan un crimen que tiene un claro sello mafioso.
