Al oficialismo neuquino le fue bastante mejor de lo esperado. Se lo debe en gran parte a Mauricio Macri, que hizo hasta lo que no hacía falta para zafar del peor escenario imaginado: una inauguración del año electoral con Cristina Kirchner en el podio de los vencedores.
Para zafar de esa pesadilla, el Presidente se aseguró que los suyos perdieran: promovió abiertamente el voto útil, y en eso sin duda tuvo éxito, porque a Horacio "Pechi" Quiroga le fue bastante peor de lo pronosticado en todos los sondeos previos.
La pérdida de más de 12 puntos por parte de Cambiemos en la provincia respecto a los comicios de 2017, cuando se alzó con un inesperado triunfo (con 28,1% de los votos), va a generar seguramente nuevas tensiones en su interior entre radicales y macristas. Sobre todo porque fue en gran medida innecesaria.
Recordemos que esa victoria los alentó a anotar a Neuquén en la lista de distritos en los que esperaban consolidar su crecimiento territorial este año. Claro: fueron expectativas gestadas cuando todavía el optimismo de la Casa Rosada parecía tener sustento empírico.
Lo cierto es que en las legislativas de entonces la coalición del Presidente superó por casi 7 puntos al Movimiento Popular Neuquino (MPN), que reunió apenas 21,4%. Encima, desde entonces el partido de los Sapag pareció entrar en un cono de sombra definitivo por la ruptura entre el gobernador Omar Gutiérrez y su predecesor, Jorge Sobisch, que se presentó esta vez a través de la Democracia Cristiana (y se quedó con cerca de 10 puntos, buena parte ex adherentes al oficialismo local). También alimentó el optimismo de Cambiemos el que dos años atrás su lista lograra imponerse ampliamente a la kirchnerista, que reunió solo 19,3% de los sufragios en el distrito.
Pero en los últimos tiempos el macrismo pasó de un optimismo seguramente excesivo a un pesimismo también desbordado, color pánico. Comenzó cuando advirtieron que, como suele decirse en política, "las negras también mueven": el kirchnerismo y la izquierda piquetera local iniciaron un proceso inverso al del MPN, abandonaron sus anteriores recelos y formaron la alianza Unidad Ciudadana-Frente Neuquino, con Ramón Rioseco como candidato, quien había sumado 18,1% de los votos provinciales en 2017.
Este acuerdo supuso un desafío inesperado tanto para el MPN como para Cambiemos. Pero también tuvo sus costos para los que lo protagonizaron: quienes se quedaron ahora con el segundo lugar, separados sumaban dos años atrás el apoyo de nada menos que 37,4% de los neuquinos, y ahora debieron conformarse con 12 puntos menos (solo 25,6%). Fuga de adhesiones que muy probablemente se deba a que quienes apoyan fuerzas locales no quieren saber nada con las nacionales, ni con el peronismo, ni con la expresidenta.




