El 19 de julio del 2015 Mauricio Macri tomó el micrófono y se dirigió a una multitud sorprendida en el Costa Salguero. Eran las 20.45 horas. Horacio Rodríguez Larreta le había ganado por solo dos puntos a Martín Lousteau. Una victoria que casi no se podía festejar para el PRO.
Ese día Mauricio Macri había tocado fondo. Todo había empezado el 14 de junio cuando Miguel del Sel perdió increíblemente contra Miguel Lifschitz en Santa Fe luego de haberlo derrotado con comodidad en las PASO.
Tres semanas después llegó otro golpe en Córdoba: Cambiemos (con Oscar Aguad a la cabeza) perdió por 7 puntos ante Juan Schiaretti. Macri estaba virgen en las provincias importantes. Y, por si fuera poco, este 19 de julio tenía que "festejar" una victoria angustiante en la Ciudad de Buenos Aires, donde se suponía que Larreta iba a sacar 10 puntos de ventaja.
Macri estaba a solo tres semanas de las PASO presidenciales. Tomó el micrófono en el Costa Salguero y pegó un giro de 180 grados: prometió que Aerolíneas Argentinas iba a seguir siendo estatal, que YPF tampoco iba a ser privatizada, que las jubilaciones continuarían en manos de la ANSES y que la Asignación Universal por Hijo no iba a ser desmantelada.
Ese tremendo susto en el balotaje porteño fue el llamado de atención que redefinió toda la campaña. Macri trató de despegarse de sus referentes conservadores y liberales. Sacó de la cancha a Sturzenegger y Melconian, y puso en los medios a Frigerio y Prat Gay, economistas más moderados y sin curriculum "neoliberal".
El 19 de julio del 2015 fue el nacimiento del gradualismo. Ya no se podía hablar de los ajustes dolorosos que se iban a tener que hacer.
Casi cuatro años después la historia se repite. Esta vez el susto no fue por una elección porteña, sino por un proceso inflacionario que amenaza con destruir totalmente al gobierno. Macri "se vende". Abandona a su electorado más duro y lanza un paquete de medidas con tufillo kirchnerista para captar a los no politizados. Pega otro volantazo. Esta vez no está en la oposición como en 2015, sino gobernando.
¿Podrá, como en aquel 19 de julio de 2015, cambiar el rumbo de una campaña donde solo acumula derrotas políticas y económicas?
