Por Flor Mascioli*
Este lunes llegó a su fin "Monzón, la serie", la biopic que recorrió la vida del boxeador número uno de nuestro país y campeón del mundo en lo suyo: el boxeo. Porque si lo sacamos de ese deporte, con todo lo que le aportó desde su exitoso lugar, Monzón fue y será recordado como un femicida. Quizás, el primero que tomó tanto protagonismo mediático en esa época: el 14 de febrero de 1988.
Anoche, la televisión argentina fue testigo de un capítulo inolvidable. Para los fanáticos de la serie, el más esperado y además, el más fuerte que hemos visto hasta ahora.
El actor Jorge Román fue quien interpretó a Monzón de adulto en la biopic y este lunes encarnó a la perfección la personalidad dañina y "machista" del ídolo del pueblo: un boxeador de lujo que supo traspasar las fronteras con su "arte" pero que, por su forma de ser, logró tirar todo por la borda.
"Cuanto más alto subís, más fuerte será la caída", dice una sabia frase. Y cuánta razón tiene si se piensa en un Monzón que lo tuvo todo, o al menos todo lo que un boxeador de su edad hubiera querido tener.
Pero anoche terminamos de entender cuán siniestra puede ser una persona -que enajenada por la violencia que lo acunó desde chico y lo acompañó desde adulto- cuando estalla. Y Monzón estalló. A tal punto de haberse convertido en un asesino: de haber matado, de haber matado a su mujer.
La actriz Carla Quevedo que interpretó a Alicia, nos transportó, sin dudas, hasta el infierno más tenebroso que puede sufrir una mujer, víctima de violencia de género. Y anoche todas fuimos Alicia Muniz (porque su apellido nunca llevó la "ñ", según había contado su mamá, aunque los medios la hicieron "famosa" de esa manera).
Anoche, el final de "Monzón, la serie", nos hizo vivir en carne propia una realidad que hoy, a más de 30 años de aquel femicidio tan siniestro, se cobra la vida de cientos de mujeres en nuestro país. Pero antes de una muerte, hay más, hay mucho más. Y durante toda la biopic acompañamos a Alicia en esa vida tormentosa que había comenzado cuando conoció a Carlos en aquella caminata por la costanera, en donde le había prometido el paraíso.
El último capítulo de la serie mostró, finalmente, lo que todos supimos desde un comienzo: el boxeador, campeón del mundo, había asesinado a su mujer tras ahorcarla fuertemente y luego, arrojarla por un balcón desde un primer piso. Pero antes de eso la humilló tanto durante los años a su lado, que en ciertas ocasiones se escuchó pedirle perdón. Sí, a su asesino, a su maltratador, a quien tiempo después, le quitaría la vida.
Porque Monzón le quitó la vida a Alicia antes de matarla: la consideró su propiedad, su trofeo y en la serie se lo escuchó repetir, fervientemente, "sos mi mujer", como si ese título pudiese otorgarle el permiso para hacer con ella lo que quisiera. Y se lo escuchó decir, también, "en esta casa mando yo", o "si no te gusta, andate", como si el precio dee estar a su lado, para su mujer, debiera haber sido ser aceptar las reglas impuestas por el hombre.
Alicia Muniz murió mucho antes del 14 de febrero de 1988. Murió como mujer cuando Monzón la humilló en público, en privado, con sus gritos, con sus desplantes, con su indiferencia y con su violencia constante hacia ella. Anoche terminamos de conocer a Carlos, a la persona que se escondió toda su vida detrás del boxeador, al que quería tener todo bajo su control y si no lo lograba, arrasaba violentamente con todo su alrededor. Al que no se le podía hacer una crítica porque se creía superior al resto y si alguien lo cuestionaba, desataba la fiera interna que se escondía bajo su apellido.
Pero este lunes, la serie tuvo un capítulo final desgarrador: Carla Quevedo nos dejó mirar, a través de sus ojos, a ese hombre a quien aún llamaba "amor", incluso minutos antes de que le robara la vida. Carla Quevedo nos dejó oler el miedo que la invadió tras esa nueva trompada y tras la misma reacción de la que fue víctima una vez más. Y sentimos ese miedo abrumador cuando intentó escaparse de la secuencia que la llevó a la muerte pero que, esta vez, la llevó al infierno.
Anoche fuimos testigos de las últimas horas de una Alicia Muniz resignada por no haber podido cambiar a Monzón, y temerosa por la última reacción fatal que tuvo para con ella tras una nueva discusión.
Como sucede cuando las historias son tan fuertes, en plena madrugada me desperté habiéndolo soñado a Monzón, habiendo sentido el terror que emanaba su mirada y su forma de hablarle a Alicia. Anoche soñé que escapaba y me desperté con la misma sensación que Carla Quevedo nos transmitió en el último capítulo que conmovió al país.
El final de "Monzón, la serie", nos dejó entender cuánta violencia puede caber en el cuerpo de un hombre amado durante años, incluso después de haberse convertido en asesino. Y haber matado a su mujer.
*Licenciada en Comunicación Social y Locutora Nacional





