Los primeros 90 días de la gestión de Alberto Fernández no serán sencillos. Tampoco lo fueron para Macri en diciembre de 2015 cuando estaba latente el conflicto con los Fondos Buitres y el cepo cambiario.
Macri sorteó bien esos problemas y decidió apostar al gradualismo. Era su único plan. En mayo de 2018 esa estrategia voló por el aire con la fuerte devaluación. A partir de allí hubo un compendio de improvisaciones: desde el fuerte ajuste acordado con el FMI hasta medidas cuasikirchneristas actuales como Precios Esenciales o el nuevo control cambiario.
Alberto Fernández debe diagramar su hoja de ruta. La hoja de ruta funciona como los libros de "Elige tu propia aventura": el gobierno debe saber cuáles son las consecuencias de cada una de las posibles decisiones.
En otras palabras: debe tener distintas estrategias para distintos escenario posibles. Y más: el foco debe estar puesto en una visión negativa del futuro. Si eso ocurre, Alberto debe tener a mano los papeles con las mejores respuestas.
Hay incertidumbre sobre cuál sería su camino económico. En principio, habría un acuerdo de precios-salarios en los primeros 90 días, tipo de cambio (dólar) alto, un sesgo pro-industrial y un estado interventor.
Matías Kulfas sería el primer capitan el barco. Pero, como se dice en la jerga, a veces es más importante saber quién es el segundo ministro de Economía. Kulfas no tiene recorrido ni aspiraciones políticas, no es conocido mediaticamente, y podría ser un fusible fácil de reemplazar en caso de que el barco no navegue favorablemente en el comienzo.
Menem y Alfonsín no tuvieron un plan claro cuando llegaron. Hicieron política económica pragmática sin definiciones fuertes. Menem pegó el volantazo recién en 1991 (ya llevaba dos años de gestión) con la Convertibilidad. Lo mismo ocurrió con Alfonsín y su Plan Austral, lanzado en 1985.
¿Alberto "tanteará" el panorama en caso de ganar? ¿Cuántos planes alternativos tiene en caso de que las cosas no arranquen bien?
