Hace 9 días, en algún momento entre la noche del sábado y la mañana del domingo, una gran mayoría de vecinos de la Villa 31 del barrio porteño de Retiro amanecieron sin agua en plena emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus.
Desde el inicio del corte, los casos confirmados de personas infectadas con COVID-19 en la Villa 31 y 31 bis pasaron de tres a 133 –en total son 223 en las villas porteñas– y se produjo la primera muerte por la enfermedad. Toribia Balbuena, una jubilada de 84 años, madre de la primera paciente registrada en la 31, murió este sábado en el Hospital Rivadavia, donde estaba internada en terapia intensiva desde el 20 de abril. Su hija ya había sido dada de alta y su esposo de 85 años, también internado por coronavirus, continúa recuperándose en el Hospital de Clínicas.
El equipo de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Ciudad informó además que trabaja con otros 75 casos sospechosos de haber contraído el virus. Se trata de contactos estrechos de los pacientes confirmados. La villa 1-11-14, también conocida como Barrio Padre Ricciardelli, en el Bajo Flores, le sigue a la 31 en la estadística con 67 casos confirmados.
La falta de suministro de agua aumentó la preocupación por el avance de los contagios en el asentamiento porteño más antiguo y uno de los más poblados de la ciudad, con aproximadamente 40 mil habitantes. 'El aumento de casos va a llegar y el objetivo es prever y reducir su impacto con el cuidado de todos y en especial de los adultos mayores. Necesitamos que nos sigan acompañando en el uso de barbijos, el aseo, distanciamiento social y salir lo mínimo indispensable y apelamos a la responsabilidad individual', manifestó en los últimos días ante ese panorama el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
En la 31, al igual que en otros barrios vulnerables de la ciudad y la provincia de Buenos Aires –donde también preocupa el avance del dengue–, las condiciones ambientales y habitacionales, principalmente el hacinamiento, dificultan el aislamiento social obligatorio. Sin agua, además, se hace prácticamente imposible el cumplimiento de las recomendaciones básicas de prevención oficiales: lavarse bien las manos, desinfectar superficies o mantener limpios la ropa y los objetos de uso diario.
'Celebramos las medidas necesarias de prevención y cuidado que se tomaron frente a la pandemia, pero en nuestros barrios se nos está haciendo imposible seguir estas normas. ¿Cómo hacés si vivís hacinado con más de 10 personas en una habitación o si compartís el baño con otras 3 o 4 familias y sin agua potable? Es imposible', señaló en los últimos días Joana Ybarrola (30), una vecina de la 31 hace más de 20 años y referente de la organización social La Poderosa.




