Muchos platenses ya no creen en la cuarentena: la falta de libertad es la principal causa

Sociedad 29/05/2020 . Hora: 14:50
Muchos platenses ya no creen en la cuarentena: la falta de libertad es la principal causa

'La cuarentena  me aburrió. No la aguanto más; necesito juntarme con la gente que quiero, no la soporto. ¡Quiero libertad!'…  son algunas de las frases que resuenan en cada rincón de la ciudad; frases que oye el platense en su círculo íntimo. Frases que ya forman parte de lo cotidiano en estos casi 3 meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio.

El confinamiento es duro de soportar, pero debemos soportarlo. ¿Por qué? Porque los números así lo reflejan. Mientras que en varios países del mundo siguen padeciendo el efecto coronavirus con miles de muertes, acá en Argentina, todavía, le estamos haciendo frente, y aguantando los embates. Pero no se ganó la pelea. Claro que no. Aunque otros piensen lo contrario.

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Y está el que piensa de manera diferente. Siempre. El ciudadano que desea fervientemente respirar aire puro; el que quiere ir al 'súper' del barrio sin barbijo. El que te está harto de echarse en las manos alcohol en gel y bañarse con el mismo producto cada vez que ingresa a su casa. Está cansado. No cree en lo que se dice, y no teme al efecto contagio. No lo aguanta más. Pero ahí radica un problema enorme. El problema del contagio, el problema del 'nunca acabar'; el de esparcir y desafiar al virus, prolongando  la vida del mismo en nuestro territorio con un final incierto e interminable.

Ahora bien; este tipo de situaciones ya están sucediendo, no solo en La Plata, sino también en diferentes localidades del país. Las fiestas clandestinas; los casamientos;  los 'baby shower'; las juntadas con amigos y familiares. El asadito del domingo con todos, 'total, no pasa nada, es una vez a la semana'. Y pasa. Claro que pasa.

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¿Qué sucede, además, si alguna de estar personas que infringen las reglas son asintomáticas? Justamente algo similar a lo narrado anteriormente. El hecho de que alguien esté infectado, pero no presente síntomas, origina serios problemas para el control del covid-19.

Para empezar, el no tener síntomas no solo le da una falsa sensación de seguridad a la persona infectada, sino también a quienes están a su alrededor. Todos piensan que está sana. Pero no lo está. Y ahí es cuando comienza el estallido.

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Por otro lado, aparecen en escena los vecinos que sí cumplen, de manera estricta, el aislamiento. Los que salen lo justo y necesario, y acatando a rajatabla todos los protocolos de seguridad impuestos por el Gobierno Nacional. Pero ellos también sienten el encierro; desean ver a sus seres queridos (la gran mayoría adultos mayores); necesitan volver a trabajar; generar ingresos, y reactivar la economía del hogar. Y amén a sus necesidades internas, continúan cumpliendo, lo que provoca, además, un fastidio físico y emocional, llegando, en algunos casos, al colapso mental. Como así también el enojo, y la bronca por ver a los que no siguen el estricto cumplimiento de la cuarentena.

Así las cosas, es lo que nos toca vivir, vaya uno a saber hasta cuándo, y con todo lo negativo que esta pandemia nos provocó en nuestras vidas. ¿Con costumbres que cambiaron para siempre? No sabemos. Pero con la certeza de que solamente hay un camino para combatir a este enemigo invisible: el de cuidarse y cuidarnos entre todos.

Y por supuesto, seguirán estando los que sí lo hacen, y los que no. Aunque deseando, siempre, que esta crisis no culmine en un estallido social, producto de un desgaste emocional aún más crítico en el ciudadano.

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