Con tan solo 17 años, Paloma Giordano es una de las jóvenes promesas del deporte argentino. Integra el equipo nacional de esquí acuático, y ha conquistado innumerables títulos a su corta edad, además de incursionar en el mundo del modelaje.
Por la pandemia, pasa sus días entrenando en su casa de Villa Elisa, donde cuenta con una laguna para realizar la actividad, y disfruta del hogar con sus inseparables papás.
Los logros deportivos, y el esfuerzo denodado desde muy chica para llegar a ser quién es, se vieron empañados por varios episodios oscuros y acciones que, lamentablemente, atraviesan millones de personas en el mundo: el abuso sexual y el bullying.
Durante un viaje por Estados Unidos hace dos años, Paloma sufrió un abuso por parte de un compañero de equipo. "Viajamos a Estados Unidos, donde hacemos siempre las clínicas, y tuve un episodio feo; se desubicó una noche, y empezó un forcejeo conmigo; por suerte pude escapar. La verdad es que mucho no puedo contar porque acá en Argentina no hay jurisdicción, por lo que la denuncia aún no se hizo; y estamos viendo si en algún momento podemos hacerla en Estados Unidos, porque vale mucha plata. Pero él es más grande que yo, me desdobla en edad, y tenía una relación como si fuese un familiar, me conoce desde que nací, mi mamá estaba embarazada de mí, y mi viejo ya estaba metido en el mundo del esquí desde siempre, nos conocemos todos", relató Paloma en diálogo con LAPLATA1.com, tras descargar ese terrible episodio hace poco tiempo.
Asimismo, el bullying permanente que sufrió en los colegios donde concurrió, se convirtieron en una pesadilla que padeció desde muy chica y le costó superar. "Pasé por muchos colegios, me hicieron mucho mal, en cuarto grado, recuerdo que fui a un pijama party, y no sabía que era una reunión de ese tipo; me vinieron buscar porque me dijeron que el cumpleaños había terminado. Al tiempo, me enteré que no fue así, y las chicas se quedaron a dormir. Me excluyeron".
"En segundo y tercer año del colegio estaba sola en los recreos, nadie me hablaba, me insultaban compañeras, me deseaban la muerte, me decían que me iban a pegar, los profesores se enojaban porque viajaba a representar al país y, pese a las faltas justificadas por me desaprobaban igual. Lloraba en los recreos, y nadie se acercaba a preguntarme cómo me sentía. La pasé muy mal", agregó.
Por otra parte, y volviendo al abuso, remarcó: "fui a una psicóloga, y trabajé mucho el tema de la culpa con ella, porque lamentablemente, todas las mujeres que sufrimos este tipo de acciones sentimos que somos las culpables, nos someten a eso. Mi psicóloga se había tomado carpeta por maternidad; recurrí a otra profesional por recomendación de un amigo, y ella me dijo que me sentí seducida por él y después me arrepentí, que era culpa mía. Una locura".
