Por Flor Mascioli*
Durante muchos años y en muchos países del mundo, el periodismo siempre estuvo dividido. En el medio hubo -y habrá- distintos pensares, pareceres y hasta una cuota de postura política. Pero hoy, la situación mundial está atravesando un cambio radical en la forma de hacer las cosas. Y el periodismo no es ajeno a nada de eso.
Hoy, 7 de junio, se celebra en la Argentina el día del periodista y absolutamente todo el mundo afronta la difícil tarea de haberse tenido que unir para lograr una sola misión: informar. Parece que las distintas ideas políticas que pueden, muchas veces, hacer tambalear la objetividad -la misión más imposible de lograr en este ámbito- han quedado a un lado y estarán en un segundo plano durante un largo tiempo más.
El coronavirus marcó un antes y un después en la forma de hacer periodismo. Si bien el "trabajo de campo" siempre fue y será la mejor manera de averiguar "cómo sucedieron los hechos" (uno de los cinco preceptos básicos con los que debe cumplir un periodista al momento de informar: qué, cuándo, cómo, dónde y por qué), ahora también podemos trabajar desde nuestra casa: el "home office" ha cobrado tanto protagonismo en estos últimos meses que quizás, comience a formar parte de nuestra tarea, de los que ejercemos el periodismo sin la absoluta necesidad de encontrarnos parados en el sitio donde ocurren las cosas, porque la situación así se nos presenta.
En mi caso, tengo 31 años y a los 18 me vine a estudiar a la ciudad de La Plata. Una vez que me recibí de Licenciada en Comunicación Social también decidí estudiar la carrera de Locución y desde hace 8 años, soy la voz de las mañanas de COOL 103.7. Pero hoy, este virus y por un tiempo más, me obligó a quedarme en casa y ejercer mi otra profesión desde una computadora. Nada más inspirador que madrugar, informarme y sentarme a escribir sobre lo que pasa en el mundo, en nuestro país y en nuestra ciudad, sabiendo que todos, del otro lado, van a querer leerme. A mi y a mis colegas, por supuesto, que quizás mientras lo hagamos estemos de entrecasa, con el mate en la mano durante varias horas pero abocados a nuestra difícil, apasionante y necesaria tarea que nos requiere el mundo.
La pandemia transformó al periodismo en la herramienta más poderosa del mundo, en conjunto con la salud, claro. Nos encontramos, todavía, en plena cuarentena. Y para saber lo que sucede al lado nuestro, enfrente o en la otra punta del planeta, necesitamos la información. Y acá estamos nosotros, los periodistas. Muchos, tras una computadora leyendo, releyendo, consultando, analizando, llamando por teléfono, estableciendo comparaciones, encontrando posibilidades y hasta cambiando nuestra forma de pensar.
Hoy no es un requerimiento indispensable el hecho de tener que estar en la calle, codo a codo con el virus que domina al mundo. Porque tenemos la misión de informar pero también, de cuidarnos a nosotros y a nuestras familias. Y el virus no entiende de profesiones. Y acepta que contemos de qué se trata sin la necesidad de darle pelea desde la calle.
El "home office" del periodismo puede haber llegado para quedarse en esta nueva manera de hacer el mundo. Porque todo el planeta se vio obligado a modificar sus hábitos, sus rutinas, sus tiempos, sus prioridades y nosotros no estamos exentos. Tenemos la obligación de contar las cosas como son, y no como nos parecen. Hoy la subjetividad pasó a un segundo plano: sí importa lo que opinemos pero más importa lo que sepamos, lo que podamos contar.
Somos puentes entre el mundo y las casas. Porque hoy, quienes nos leen, nos escuchan por la radio o nos miran por TV, están aislados del contacto, o al menos, su mayoría. Y si bien nosotros también lo estamos, tenemos la misión de conectarte a vos con lo que sucede afuera, aunque hoy, la pandemia, a muchos de nosotros, también nos haga quedar en casa.
*Licenciada en Comunicación Social y Locutora Nacional de Radio y TV





