El terror de una platense que tuvo que encerrarse en el baño para dejar de ser golpeada: "Tuve suerte que la puerta resistió y hoy puedo contarlo"

Policiales 10/09/2020 . Hora: 16:13
El terror de una platense que tuvo que encerrarse en el baño para dejar de ser golpeada: ”Tuve suerte que la puerta resistió y hoy puedo contarlo”

Maricel vivió una película de terror que jamás olvidará. Tiene solo 22 años y mucho por vivir y contar, pero hace unos años pensó que nunca iba a poder relatar los fatídicos episodios que padeció con su ex novio.

PROVINCIA NET

Su relación con Kevin Joel Galletta comenzó en septiembre de 2014, y "desde el día 1 de la relación, comenzó a hostigar, agredir y amenazar por redes sociales a todo hombre que tuviera vínculo alguno conmigo (amigos, compañeros de escuela, conocidos del barrio)", relató la joven de Gonnet en diálogo con este medio.

La toxicidad de su pareja comenzó fervientemente a hacer efecto desde el primer día de la relación, y se transformó en un viaje de ida que se haría interminable. "Para ese entonces todavía estaba muy naturalizado el hecho de romantizar los celos y es por eso que no me di cuenta que estaba mal lo que hacía, sino que tanto mis amigas como la sociedad en general me inculcaban que eso era tierno porque te quiere, porque le importas. Pasaron los meses y la violencia iba en aumento, celos cada vez más enfermizos, me alejó de mi familia, me puso en contra de mis propios padres y de mis amistades de aquel entonces", continuó.

REINO DE LOS CHOCOLATES

"Luego vino el primer empujón en una pelea, y al rato el pedido victimizado de perdón, no va a volver a pasar, vos me haces poner así. Después no solo era un empujón, sino que también se le sumaba un forcejeo y al rato se mostraba arrepentido y volvía a culparme a mí por su arranque de locura. Paso un poco más de tiempo y el cambio para bien de parte de él, ese que tanto prometía, nunca llegaba. Sino que al contrario, cambiaba para mal y era cada vez peor. Fueron incontables las veces que me traía a mi casa en auto y discutíamos en el viaje, siempre terminaba en su estado de locura amenazando con chocar contra un poste de luz para que nos matemos; ¿querés ver cómo choco, hija de puta? ¡No me provoques, maricelcita!", agregó angustiada.

La angustia por todo lo vivido sigue presente en Maricel; no puede olvidar todo el sufrimiento.

CADENA COOL

"Es imposible olvidarme sus palabras y no estar llorando ahora al recordarlas. Incontables son también las veces que me maltrató, humilló y agredió en frente de su familia, amigos y también en frente de mis amigas. A todas ellas se les revuelve el estómago recordar las veces que él se aparecía cuando estábamos tomando mate para arruinarnos la tarde, ya que venía a mi casa nada más que para buscarme pelea porque no quería que me juntara con nadie y menos cuando él estaba trabajando. Es tanto el daño psicológico que hasta escucho su voz e imagino la situación como si fuera ayer".

"Gracias a él dejé de festejar mis cumpleaños, odiaba que llegue ese día porque sabía que me lo iba a hacer imposible, que me iba a obligar a quedarme en su casa y pasarla ahí con su familia. El único cumpleaños que pude pasar en mi casa estando con él también me lo arruinó con 3 horas (literales) de discusión en la vereda. Mi papá nunca lo quiso, mi abuelo que en paz descanse tampoco, siempre me decía que no era para mí", remarcó.

Los meses fueron pasando y la situación se fue agravando cada vez más para Maricel, quien contó que "cuando llegaba de la facultad a mí casa para solucionar las cosas, lo peor es que se aparecía adentro en horarios que no había nadie. Para sacarlo tenía que escuchar sus sermones de siempre, y terminaba todo mal, se enloquecía como siempre, me mordía, me forcejeaba, me pegaba codazos en el abdomen, se rehusaba a irse de mi casa. Cuando lograba que saliera y escuchaba que cerraba ventanas y puertas con llave era cuando la locura le volvía que florecer. Me decía: 'abrí, Maricel, dale, y siempre terminaba encerrada en el baño porque si iba a la pieza, lograba levantar la persiana y agredirme verbalmente entonces el baño era mi único refugio. Era tener en el registro de llamadas el 911 en primer lugar marcado como unas 10 veces, mi celular ya estaba acostumbrado. Era llamar a la policía, confiando en que iban a venir a ayudarme, a sacarlo de mi casa pero eso jamás pasó. Nunca vino la policía, he llamado llorando desesperada pidiéndole al operador del 911 que en serio les diga que se apuren pero llamaba en cualquier otro horario y tampoco me atendieron. Nunca".

Por último, recordó que "milagrosamente todas esas veces en las que el estado me dejó sola, él se cansaba de patear la puerta y romper las plantas, cañas de pescar de mi papá y se iba. Tuve la suerte de que la puerta resistió y no la pudo tirar abajo, sino hoy no contar mi vivencia en la nota, ni a mí familia o amistades para pedir justicia".

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