La carrera de Gastón Gil Romero lleva demasiados vaivenes pese a sus 27 años. Asomó en la primera división del Pincha allá por 2012 en una camada de jugadores (Rulli, Jonathan Silva, Joaquín Correa y Guido Carrillo) que le aportó mucho desde lo futbolístico al club y le dejó demasiado dinero a partir de millonarias transferencias.
Sin embargo el volante central por diferentes situaciones del juego y algunas extra futbolísticas nunca pudo despegar o dar el salto y comenzó a deambular por distintos equipos. Rosario Central, Belgrano, dos pasos por Patronato de Paraná, una llegada frustrada a Defensa y Justicia y una experiencia en Universidad Católica de Ecuador son los que aparecen en su extenso currículum.
En el medio de todas esas llamativas cesiones nunca fue considerando por los innumerables entrenadores albirrojos ni tampoco hubo una convincente explicación pùblica de la dirigencia sobre los motivos que en cada pretemporada quedaba marginado. Solo atinaban a extenderle el contrato para que no quedase libre y se perdiera patrimonio. Y además habitualmente se incorporaban jugadores en la misma posición que nunca demostraron más desde lo futbolístico que Gil Romero.
Lo cierto es que en la última salida no hubo renovación contractual con el Pincha y el pasado 30 de junio el jugador quedó en libertad de acción. En las últimas horas se selló su continuidad en Aldosivi de Mar del Plata donde se reencontrará por ejemplo con un ex compañero como Jonathan Schunke. Caso raro el de Gil Romero. De promesa y capitán (recibió la cinta de un tal Sebastián Verón) a irse en silencio y por la puerta de atrás de Estudiantes.
