
El sujeto tiene este particular trabajo que no solo expone todo tipo de cosas, sino que también recibe una honeroza suma a cambio.
Bill Edgar es el protagonista de esta insólita historia que comenzó como una idea mientras trabajaba como detective privado para un enfermo terminal en Australia y se convirtió en su fuente de trabajo: revelar secretos de los muertos.
"Empezamos a hablar sobre la muerte, el más allá y todo eso. Entonces él dijo: 'Me gustaría hacer algo para mi funeral'. Yo le sugerí que escribiera su propio panegírico", relató, aunque el hombre aseguró que su familia y sus amigos no querrían escuchar lo que tenía para decir. Allí fue donde Bill se ofreció a hacerlo en su funeral. "Así es como empezó todo", le dijo al programa Newsday de BBC.
Actualmente, Bill se describe como "confesor de ataúd" y contó cómo es exactamente que lo hace: "En un punto exacto del funeral, me levanto, abro un sobre y leo exactamente lo que la persona en el ataúd no pudo decir".
Todo esto, tiene un costo de 7 mil dólares. Puede leer testamentos y también entregar objetos comprometedores a los familiares: "Eso podría ser cualquier cosa: pornografía, juguetes sexuales, drogas, armas, dinero… cualquier cosa", explicó.
Su trabajo más recordado fue cuando el mejor amigo del fallecido le pidió que interrumpiera el discurso: "Tuve que decirle que se sentara y se callara y escuchara lo que su amigo me había dejado para leer. Y eso era que su mejor amigo había estado tratando de seducir a su esposa mientras este hombre estaba en su lecho de muerte", cuenta.