Por Francisco Angulo
Luego de un año complicado por motivo de la pandemia, ya se empiezan a trazar posibles escenarios para la economía 2021.
La recuperación (o rebote) económico será un hecho. Ya desde junio se observan datos intermensuales que van mejorando paulatinamente. Lo hacen a un ritmo inferior a otros países de la región, es cierto, pero al menos tenemos una economía que se mueve luego del histórico desplome en abril y mayo.
La economía argentina caería un 12% este año (caída superior a la del 2002) y rebotaría alrededor de un 5% en el 2021. Sobre esta proyección hay bastante consenso. La pregunta es si este rebote será suficiente para generar una sensación de "bienestar" o "mejoría" respecto al 2020. La industria ha sido uno de los rubros menos afectados y ya muestra desde septiembre números aceptables de producción. Esto seguramente envalentornará a los gremios fábriles para exigir mejores paritarias. Serán negociaciones para mirar con mucha atención.
Pero hay dos peligros al acecho. Uno vinculado al dólar: ¿qué pasará cuándo se retome el turismo externo y cuándo se elimine la última tanda de restricciones a la compra de divisas (casi 3 millones de trabajadores privados por la Comunicación A7105 del Banco Central)?
Todavía seguirán las presiones devaluatorias. Para los analistas encuestados por el Banco Central, el dólar mayorista (actualmente en 81 pesos), llegaría a 125 pesos en diciembre del 2021. Es decir, el dólar subiría alrededor de un 50%. El tema es que estos analistas (bancos, consultoras, centros de estudios) también proyectan que la inflación rondará ese porcentaje (prevén una inflación del 48%).
Muy diferente es el panorama trazado por el gobierno. Para Guzmán, la inflación 2021 será del 29%, sensiblemente inferior al 48% que esperan los analistas privados. Justamente la inflación es el segundo peligro del 2021. Peligro y megadesafío al mismo tiempo. La inflación se tomó un cierto recreo cuando comenzó el aislamiento social pero ahora regresa con fuerza: estiman que en los próximos cinco meses la inflación no baje del 3%.
Juegan en contra varios factores: el desgaste de Precios Máximos, la emisión monetaria forzada por la pandemia, los vaivenes del dólar, la suba del precio internacional de las materias primas y los descongelamientos de varios precios regulados (naftas, medicina privada, tarifas de servicios públicos, etc).
El gobierno tendrá dos desafíos vitales: acordar cuadros tarifarios que dejen medianamente conformes a todos y lograr un camino de "prudencia" en la recuperación de los salarios reales. En otras palabras, evitar que el sindicalismo entre en un espiral conflictivo a comienzos del 2021 cuando se esperan todavía números malos de inflación.
En el medio también están las elecciones. ¿La política influirá en la economía, o la economía influirá en la política? Da la impresión de que será esto último. De allí la importancia para el gobierno de que el rebote económico del 2021 sea suficiente para generar una senación de mayor bienestar. Fue lo que le ocurrió a Cambiemos en las elecciones del 2017: el rebote económico llegó con una buena anticipación y les permitió un triunfo importante.
Pero también en el 2017 se redujo fuerte la inflación (fue del 24.8% tras un 37% del 2016). La suerte electoral del oficialismo se jugará en buena medida por los precios, el máximo desafío del 2021.
