Por Francisco Angulo
Sin dudas, el 2020 termina con una inflación superior al promedio del año: arriba el 3%. Y fundamentalmente en el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas donde orilla el 5%.
No es casualidad que el gobierno instrumentara una serie de medidas para amortiguar este impacto en diciembre para los sectores bajos: plus de AUH, plus de Tarjeta Alimentar, Cajas Navideñas.
Pero el 2021 no arrancará mejor en este item. Para el periodo de enero a abril, la inflación mensual podría sostenerse en un 4%, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado que publicó el viernes el Banco Central.
La gran incógnita pasa por cómo administrará el gobierno el descongelamiento de varios precios regulados. El de la luz y el gas será luego de marzo, pero antes habría retoques en otras tarifas como la de los peajes. La medicina prepaga, la telefonía celular, el cable y las petroleras también buscan "sincerar" sus precios, lo cual tendría un impacto bastante fuerte en el índice de inflación del primer trimestre.
En este marco, Guzmán trata de llevar a cabo un programa fiscal más austero. De "ajuste" dirán algunos. Pero que todavía no concita mucha adhesión del propio bloque oficialista. Allí estará el mayor desafío de Guzmán: tratar de construir una narrativa de la austeridad sin que cause espanto en el votante progresista del gobierno.
Este giro de mayor prudencia y austeridad de Guzmán tuvo un origen muy claro: el susto que causó ver a dólar blue llegando a los 200 pesos. Eso encendió las alarmas y obligó al Ministerio de Economía a dar otro tipo de señales al mercado. En particular, la idea de que el gasto público iba a ser reducido y que el Banco Central bajaría fuertemente su asistencia al Tesoro. Ergo: menos emisión monetaria.
El discurso de "ajuste" en medio de un dólar paralelo llegando a los 200 fue convalidado dentro del arco oficialista. No quedaban muchas alternativas. El problema es que ahora que ese sofocón parece haber mermado (al menos, el dólar salió un poco de la tapa de los diarios), el sector progresista del gobierno no ve incentivos para seguir con el ajuste. Guzmán, en cambio, entiende que no hay margen para políticas expansivas, incluso en un contexto social y económico bastante adverso.
Pero si Guzmán tendrá que hacer malabares en el primer cuatrimestre del año, el panorama para Miguel Pesce podría ser bastante más tranquilizador. En el Banco Central argumentan que entre enero y julio habrá una buena liquidación de dólares por la consecha del agro y se entusiasman con poder comprar ese excedente comercial y así acumular algo de reservas.
No es una hipótesis descaballeada. Es lo que generalmente ocurre en los primeros meses del año. Guzmán tendrá que pelearla en la montaña rusa, y Pesce podrá pasear en la calesita.
