Por Francisco Angulo
Tal como se preveía, la inflación de diciembre se ubicó en el 4% y completó una suba anual del 36,1%. Pero hubo algunos datos que sí sorprendieron del informe.
El más relevante es lo que pasó en la región Noreste, donde la inflación fue del 5,5% y fundamentalmente muy elevada en el rubro de alimentos (9,1%). Es decir, la suba del rubro de alimentos (clave en la canasta básica de las personas con menos recursos) en el Noreste más que duplicó lo que ocurrió en el resto del país.
Preocupa porque justamente en el Noreste se registran los niveles más altos de pobreza e indigencia del país. De hecho, el Noreste tuvo una inflación del 52% en el rubro de alimentos en el 2020. Es un número muy alto y cuya tendencia no se revierte. También en el 2019 había ocurrido algo similar: la inflación fue del 53.8%, pero en el Noreste resultó de 57,6%.
Inmediatamente se conocieron los datos de inflación de diciembre, el econometrista Martín Rozada proyectó cómo terminó la pobreza en el 2020: 42,4%. Es una estimación que casi nunca falla. El dato oficial se conocerá a fines de marzo, pero implica un nuevo incremento respecto al primer semestre (que fue del 40,9%). Un dato muy triste: será el sexto semestre consecutivo donde la pobreza aumenta en el país. Desde el 2018 no se puede romper esa tendencia.
El Gobierno entiende que el costo de los alimentos es un tema muy sensible. Inclusive, el propio Daniel Arroyo reconoció que en los barrios los números de inflación son mayores. Se trata de un “índice de precios barrial”, que habitualmente da por encima de lo que publica el INDEC.
Sin dudas, la carne es el elemento estrella de esta suba de precios, aunque también se visualizan volatilidades excesivas en frutas y verduras (en el Noreste las frutas y verduras subieron un 80% en el 2020).
Alertado por esta situación, el Gobierno había anunciado a principios de diciembre que habría cortes de carne a precios populares. Pero claramente el índice de inflación oficial de diciembre marca un duro golpe a esa expectativa. Pone de relieve que algunas intervenciones (aunque realizadas con buena fe) pueden ser más nocivas que quedarse de brazos cruzados.
