Mariela Anastasio sacó uno de los créditos nominados en Unidades de Valor Adquisitivo (UVA). El sueño de tener la casa propia parecía poder concretarse con este lanzamiento que se lanzó durante el gobierno de Mauricio Macri. Pero no. La inflación alta, las devaluaciones y demás problemáticas, impactaron de lleno en las cuotas, las cuales se tornaron impagables.
En diálogo con LAPLATA1.com, la mujer platense remarcó que “mi caso representa uno más de los 150 mil de los hipotecados UVA. Estamos viviendo una situación realmente angustiante y desesperante porque son créditos que se volvieron impagables. Con la pandemia el gobierno aplicó algunas medidas de excepción como el definimiento de las cuotas o el congelamiento. Pero esas medidas están por terminar y no hay ninguna solución que nos saque del problema. Los créditos UVA se ajustan a la inflación y entonces se volvieron impagables; no solo por la cuota que no para de subir sino porque el capital tampoco para de subir, entonces se vuelve una deuda eterna. Necesitamos respuestas urgentes para salir de este problema”.
"Ya sé que firmé con el diablo", dije cuando salí del Banco después de terminar el tedioso camino hasta obtener una hipoteca para hacerme mi casa. Pero era mi casa y no teníamos opciones. Somos una familia y teníamos la posibilidad de acceder a nuestro propio techo. No se metan con los UVA, nos decían voces cercanas, pero en ese momento fue el único crédito al que podíamos acceder y jamás pensamos que se volvería la pesadilla que se volvió. En 20 años te pueden pasar tantas cosas, pero aquí no tuvimos respiro. Lo sacamos con Macri y nos empobrecimos mes a mes. La cuota inicial se incrementaba de a mil, cuando nuestro sueldo bajaba. Después vino la pandemia: uno de nosotros se quedó sin trabajo y sobrevino la incertidumbre de una cuota que ya se tornaba impagable”, agregó Mariela.
Asimismo, recordó que “primero la congelaron y después pudimos pasarla al final del crédito. Entonces decidimos -en realidad no podíamos hacer otra cosa- no pagar hasta hoy. Pero el problema no está resuelto. Este maldito crédito es una bomba de tiempo que amenaza con sacarnos nuestras casas. Y necesitamos que se haga algo. No sólo porque las cuotas son desquiciadas y se devoran por completo nuestro sueldo, sino porque el capital prestado no para de subir -para que quien no esté al tanto se dé una idea: de 4 millones que debíamos al principio, por ejemplo, hoy debemos casi 6. En menos de dos años, la deuda en meses sube de a cien mil- es abrir homebankig para angustiarse: jamás vamos a terminar de pagar esta casa”.
