El suicidio de Santiago “Morro” Garcia puso sobre la mesa el problema de la depresión y la falta de contención que existe en este deporte. Un tema tabú dentro del fútbol, que afecta tanto a futbolistas activos cómo retirados.
El fútbol es un deporte difícil. Un día estás en lo más alto, otro en lo más bajo y luego de espectador, situación para la que muy pocos están preparados. Cómo también, para un jugador que pasa del barrio a ser una estrella; o viceversa, un jugador que pasa de tener todo, a nada. ¿Ejemplos? Hay muchos, y más en el fútbol argentino, lugar en donde el fútbol se respira, se vive, se siente.
Uno de los casos más recordados es el de Mirko Saric, la promesa de San Lorenzo de Almagro que era pretendido por el Real Madrid. El joven, más allá de su buen momento futbolístico, con apenas 21 años, el 4 de abril del 2000 se quitó la vida. Pero no fue el único. Otro caso que conmocionó al mundo del fútbol es el de Julio César “El Huevo” Toresani, quien en el año 2019 también tomó esa drástica decisión.
Un estudio realizado por la FIFPro (Federación Internacional de futbolistas profesionales) en el año 2018, arrojó que un 38% de los futbolistas activos padecieron síntomas de depresión durante el 2015. Un resultado extremadamente alarmante para este deporte, el cual, cada vez es más exigente.
Argentina se encuentra entre los 26 países con mayor índice de suicidios, y entre los 3 de Latinoamérica. Una realidad, la cual debemos enfrentar. El fútbol necesita de profesionales que ayuden y trabajen con jugadores activos y retirados. También, con la familia, la cual suele enfrentar alteraciones muy grandes. Que estas situaciones nos ayuden a cambiar, mejorar y a no seguir viéndolas pasar.
