Juntos por el Cambio tendrá un exigente desafío electoral en el 2021. Sobre todo en Diputados. Se renuevan las bancas del 2017, dónde Cambiemos obtuvo un 42% a nivel nacional (sumatoria de todas las elecciones provinciales) y se convirtió en la mejor elección legislativa de una fuerza no peronista desde 1985.
Aspira a sostener sus buenos números en la franja central del país, pero la realidad es muy distinta a la del 2017. En aquella oportunidad, había un quiebre total entre los gobernadores del PJ y Unidad Ciudadana. De hecho, compitieron en la mayoría de las provincias. Esa fragmentación fue clave en varios distritos. Por ejemplo en la Provincia de Buenos Aires: con los votos de Randazzo, Cristina Kirchner le hubiera ganado a Esteban Bullrich.
Por primera vez desde el 2003, el peronismo irá unido en una elección legislativa. En el 2005 compitieron Chiche Duhalde contra Cristina; en el 2009 pujaron Néstor Kirchner y Francisco De Nárvaez; en el 2013 apareció Sergio Massa; y en el 2017 lo hicieron el propio Massa y Florencio Randazzo.
Dónde sí puede escalar Juntos por el Cambio es en el Senado. Hay expectativas por buenas elecciones en Santa Fe, La Pampa, Chubut, Córdoba y Corrientes. Aunque en Santa Fe el panorama es dudoso: Perotti no pudo contener la violencia en las calles y el peronismo se prepara para una elección peor que la del 2019. Pero la oposición está dispersa: los radicales son tironeados por el PRO y el socialismo. En principio, es casi imposible que vayan todos juntos. Y el espacio de Amalia Granata tiene un piso electoral del 6% que preocupa a Juntos por el Cambio.
En Córdoba, Juntos por el Cambio vive una tensa calma. Radicales y PRO pugnan por heredar los habituales votos anti-K que hay en ese distrito. En el 2017, sacaron el 47% encabezando con Baldassi, pero en el 2019 hubo una fuerte crisis interna: la UCR fue separada, y el peronismo de Schiaretti arrasó en las urnas. ¿Habrá una lista de consenso entre el peronismo cordobés y el kirchnerismo?
En La Plata, el panorama es igual de exigente para Juntos por el Cambio, que viene de sacar el 48% en el 2017. Pierde 6 bancas en el Concejo Deliberante, y necesita sostener al menos 5 para no ceder la mayoría absoluta en el recinto local. Una polarización total ayudaría al oficialismo: aún cayendo contra el Frente de Todos, lograría esas 5 bancas (7 quedarían para el peronismo). Así, se daría un increíble escenario en el 2022: 12 bancas para el Frente de Todos y 12 bancas para Juntos por el Cambio.
Aún más arduo será el panorama para Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires. Necesitará una muy buena elección en la nómina de Diputados ya que en el 2017 logró quedarse con 23 de las 46 bancas en juego. Si la elección 2023 se invierte, y el peronismo vence a Cambiemos por 6-8 puntos (muy posible), el Frente de Todos sumaría alrededor de 6 bancas y totalizaría 125 bancas en total, a tiro de las 129 que se necesitan para obtener el quorum.
Dejaría de depender de otros bloques independientes. Un fenomenal alivio para Alberto Fernández.
