Lo que Gabriela está pasando durante este tiempo es algo que no debería vivir nadie. Desde julio del 2020 recibe constantes amenazas de muerte, tanto para ella como para su familia, y teme por lo que pueda llegar a pasarle.
Durante 16 años fue amiga de Nazareno Sebastián Tebaldi, y durante 2 fueron pareja. En su momento, él vivía con sus padres, pero durante el último tiempo se fue a vivir con Gabriela.
Por temas de pareja, finalmente en mayo de 2020 se separaron. Todo parecía que iba bien y “normal”, hasta que dos meses más tarde comenzó el calvario.
En una charla con LAPLATA1.com, la denunciante explicó: “En julio empezaron a llegarme mensajes con cosas denigrándome como mujer. Que soy una put.., que me gusta el sexo, atacándome por ese lado”.
Además, dijo que le sorprendieron esos mensajes: “Nunca me imaginé que era él. Con mi entorno pensábamos quién podía llegar a ser, me escribía cosas como si me conociera bastante. En un mensaje se le escapó una situación que habíamos vivido juntos, y a partir de ahí me di cuenta”.
Pero tuvieron que pasar meses para confirmar quién era el que la amenazaba. “En octubre se pide un informe del teléfono desde el cual me escribía. Todos los meses cambiaba de nro. Ahí me entero que era él”, confirmó Gabriela.
Además le tocó vivir varias situaciones por las que se asustó: “Yo tengo un remis, y en varias oportunidades vi que me seguía un mismo auto. Un día me lo cruzo en la esquina de casa y le dije que lo iba a denunciar de nuevo. Obviamente esa denuncia quedó en la nada, como tantas otras que le hice”.
No contento con esto, él le rompió el auto, se lo pintó y siguió con las amenazas y las agresiones. En diciembre, ella comenzó una nueva relación, y Tebaldi comenzó a seguirlo y amenazarlo a él también.
“Me hackeó el WhatsApp, y eso lo hizo seguramente antes de que se vaya de mi casa, o sea que tenía todo planificado. Todo lo que hacía me lo contaba, yo no le encontraba sentido. Me robó las fotos de mi nube, más allá de las que ya tenía mientras estábamos juntos”, dijo.
Además, tiene teléfonos truchos. “Publicó fotos mías estando desnuda, se las envió a mis hijos, a mi pareja, a los hijos de mi pareja. Consigue los números comprando chips truchos, los venden a $100. Al principio los ponía a su nombre, pero después se avivó”.
Por si todo eso fuera poco, se enteró que había una cámara instalada en su departamento. “Tenía videos míos teniendo sexo, los cuales dice que subió a una página pornográfica. Me grabó sin saberlo”.
El violento, según explicó, tiene la bancada de un policía. “Él mismo me dijo que ese policía había sido quien instaló la cámara. Entró a mi departamento y la colocó, sin que yo supiera nada. A ese policía lo denuncié, quería que quedara desafectado, pero no sé qué pasó con él”.
Las amenazas nunca cesaron. De hecho este miércoles le llegó un mensaje a la pareja de Gabriela junto con un arma y la frase “hoy son los últimos momentos de vida que te quedan”. Él ya sabe dónde vive y lo amenazó de muerta varias veces.
Flavia Centurión, abogada de ella, logró que le pusieran un dispositivo dual, pero no más que eso ya que la justicia no la escucha. “Cuando se le puso la primera perimetral, la violó. Tuve rondín de patrullero, e igual él pasaba por acá y me decía put…, siempre haciéndome saber que estaba cerca”, contó.
Tebaldi tiene denuncias por hostigamiento, por amenaza de muerte, por porno venganza, no sólo por haber amedrentado a Gabriela, sino también a toda su familia y hasta a su abogada.
“Yo tengo que estar alerta todo el tiempo, tengo un remis y tengo miedo de que alguien pase un mal momento por él. La justicia no sé qué está esperando, es muy lenta”, explicó.
Por otro lado, contó la indignante situación que tuvo que pasar cuando logró hacer la denuncia: “Mi abogada tuvo que apelar nuevamente a la cámara, porque cuando hicimos las primeras denuncias, la jueza había resuelto que era una pelea de pareja, de novios, que se iba a solucionar”.
Además tiene denuncias por pedofilia: “Tuvo un escrache en el Hospital de Niños, donde era enfermero, ahora está apartado. Tenía fotos de niños en uno de sus celulares truchos, y no sé qué hacía con eso. Mi abogada pidió que secuestren los dispositivos electrónicos para el tema de las fotos, pero nada de eso hizo la justicia”.
El 18 de enero fue cuando lo denunció nuevamente, esta vez en delitos electrónicos por este tema: “Denuncié por las fotos que les sacaba a los nenes en el hospital y todavía no pasó nada. La justicia no hace nada, no actúa”, dijo.
Según explicó, a veces se pone a pensar que es alguien completamente distinto a lo que fue antes: “Leo los mensajes que me manda y no puedo creer que sea tan perverso, un psicópata. Me habla como si me tuviera un odio terrible. No puedo creerlo y no entiendo el porqué. En un momento le pedí de charlar, hasta le dije ‘dejate de joder porque vas a terminar con problemas en la justicia’, yo pidiéndole a él que se calme. Él está obsesionado, no sé si conmigo o con destruirme”.
Y agregó: “Me fui unos días al a Costa y se enteró. Hice revisar el auto para ver si tenía un localizador Todo lo que hago, lo sabe. Me tuve que ir de mi casa, así y todo, sabe dónde estoy. Miro para todos lados y no veo a nadie, pero él saben todo el tiempo lo que hacemos. A mí me amenazó de muerte, me dijo que va a cortar a pedazos a mi pareja, que voy a estar presente y después me va a tocar a mí”.
También contó que su ex le tiró huevos y caca al frente de la casa de su actual pareja. Tiene cámaras, y él le dijo que hasta saber “dónde ubicarse” para que no lo tomen las cámaras.
“No podemos vivir así. Dice que la pasaba mejor con él, y no con mi pareja. Ya son cosas muy preocupantes, empecé a mirar a todo el mundo con desconfianza. No confío en nadie en este momento. Pensé que con la tobillera se iba a calmar, pero es un loco, peligroso y tiene cómplices, alguien lo está ayudando con todo esto”, dijo.
Gabriela espera que la escuchen, que alguien haga algo. Hace casi un año que no vive en paz y su vida se convirtió en un verdadero calvario, pero parece que para la justicia, en un país donde muere una mujer por día, eso es algo que puede esperar.