El día que La Plata tuvo "enanitos verdes" y le dejaron un mensaje a Raúl Alfonsín sobre la guerra nuclear

La Plata 24/05/2021 . Hora: 09:46
El día que La Plata tuvo ”enanitos verdes” y le dejaron un mensaje a Raúl Alfonsín sobre la guerra nuclear

En 1983 Villa Montoro fue noticia nacional. El barrio ubicado en la zona sur de La Plata atrajo a numerosos periodistas e investigadores. ¿El motivo? Varios niños, y también adultos, afirmaban haber visto “enanitos verdes”.

Una casa abandonada, ubicada en un terreno de la calle 600 entre 2 y 3, fue el principal escenario de las supuestas apariciones de estas pequeñas criaturas, que según los relatos de testigos tenían piel de color verde y un tamaño no mayor a los 60 centímetros. El diario El Día fue quien llevó a cabo la investigación. Y luego se sumaron otros periodistas, curiosos e investigadores.

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“Fuimos a jugar con Walter a la casa abandonada. Estábamos subiendo a un arbol cuando los vimos… Walter se asustó y se escapó. Yo me quedé y jugué mucho con ellos. Nos subiamos a las ramas, después también hicimos pocitos con ellos. Se me subían a la espalda. Después me dijeron que era tarde y me tenía que ir”, relató Diego Illi, que en aquel momento tenía 7 años.

“Tenian la cara arrugada como de viejitos. Tenían uñas largas, estaban vestidos de verde, tenían una especie de botitaa y un gorro verde”, agregó. También los vio comer membrillo y miel.

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Los relatos de multiplicaron. No eran pocos los que habían tenido experiecias similares con estos extraños seres. En el lugar también se hizo presente el parapsicólogo platense Oscar Avendaño, quien aseguró recibir llamados telepáticos de parte de estos pequeños seres que habrían dado un mensaje a Raúl Alfonsin. Según Avendaño, se había comunicado con “Clatú”, comandante de la nave Astro-Galactica, quien le dijo: “Alfosín no debe permitir que se siga trabajando con energía nuclear y deseche la idea de construir una bomba atómica".

El periodista Claudio Rodriguez fue uno de los que cubrió aquel histórico momento en Villa Montoro. Y hace algunos años volcó sus recuerdos en una pequeña publicación.

TEST VIAJES

“Dimos con un testigo de algo que, según nos contó, acababa de ocurrir; un muchachito de unos 14 años, Jorge Miguez, residente en una humilde vivienda de un barrio cercano en dirección al lado de Berisso. Lástima no haber llegado 15 minutos antes: nos perdimos un ET durmiendo en lo alto de una rama de un árbol. Según el testigo, que lo trepó tratando de acercarse (no confundamos esto con “irse por las ramas”), estaba como en cuclillas con la cabeza sobre las rodillas; no dijo que fuera un enanito verde, sino que era como un mono o algo así (?). Al verse descubierto, el espécimen zoológico o humanoide bajó del árbol y corrió con agilidad simiesca entre los pastizales y cardos, perdiéndose de vista rápidamente”, relata Claudio.

A los pocos días, volvieron a encontrarse con Jorge Miguez. “Con su hablar rápido, de buena dicción y expresividad, decía que uno de los seres lo había contactado telepáticamente, y que lo había citado al lugar para mostrársele en persona. La supuesta entidad decía llamarse Fix. Andaba mucha gente rondando la casa abandonada, y Jorge, diciendo que Fix se mantenía en contacto mental con él, argumentaba por qué el extraño ser no salía para ser visto: ‘está intranquilo, hay mucho ruido’, decía casi llorando”.

“En un momento dado, Jorge gritó: ‘¡Noooo.... Déjenlo, no le hagan nada!’, al mismo tiempo en que del lado de la casa abandonada venían varios muchachos corriendo tras lo que decían que era un enanito. Bajado del árbol, Jorge entró en crisis y, llorando, decía: ‘No quieren, papá, no quieren. No quieren que sigamos con todas las guerras nucleares porque nos vamos a destruir. A ellos ya les pasó, por eso nos vienen a ayudar’”, siguió el recuerdo de Claudio de aquella curiosa noche.

A modo de conclusión, Claudio cierra el texto: “Siempre me quedé con la idea de que algo real hubo. No sólo a nivel físico, sino hasta en lo que sólo algunas mentes, al parecer sugestionadas, veían o creían ver, y nadie más. Individuos alienados, en ciertos casos; es decir, fuera de sí o con aliens en la cabeza. Pero si el delirio fue de los supuestos testigos, ¿qué éramos entonces los curiosos que íbamos en busca de lo supuestamente delirado? Desde la prensa hasta unos investigadores suecos con sus instrumentos que por ahí se dijo que se los robaron, no sé, nunca los vi por allí. Si acaso íbamos en busca de lo inexistente, lo patológico o fantasioso materializado en figuras humanoides que unos describieron con dos ojos, otros con uno grande, unos de aspecto viejo, otros no sé qué más, entonces haber ido a investigar era ya de por sí falta de cordura”.

Lo cierto es que nunca más Villa Montoro fue el centro de atención como aquellos días de diciembre de 1983.

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