Cuando mencionamos a la cultura popular Argentina nos es imposible no nombrarlo. Parafraseando la letra de “La argentinidad al palo” de La Bersuit, “El che, Gardel o Maradona” representan los pilares de una Nación que a lo largo de más de 200 años fue muy rica en música, ideales y costumbres.
En ese sentido Carlos Gardel fue uno de los primeros ídolos en la música del país, con tangos que quedaron y quedarán para la posteridad, que los sentimos propios a pesar de la disputa histórica con Uruguay sobre su nacionalidad.
Gardel perdió la vida un 24 de junio de 1935 víctima de un accidente aéreo en Colombia, y al pasar ya casi 90 años desde su pérdida, el recuerdo de sus obras quedaron un poco relegadas para las nuevas generaciones. Por ello, poco saben de lo que significó y lo que logro, teniendo a la ciudad de La Plata como uno de sus pilares para el salto al estrellato.
Su primera presentación en la ciudad, fue un 25 de enero de 1916, en el teatro actualmente conocido como el Coliseo Podestá. Desde ese entonces, el cantautor argentino aprovecho cada posibilidad que tuvo para deleitar al pueblo de la capital de la Provincia de Buenos Aires.
El cariño era mutuo, y tan así lo fue, que 20 años después de su deceso, las autoridades de La Plata decidieron rendirle un merecido homenaje en las calles de la ciudad. Bajo la reglamentación del decreto 1626 del año 1955, se designó con el nombre de Carlos Gardel a la calle 121 de La Plata. La placa correspondiente a dicho homenaje se encuentra en la esquina de 121 y 38.
