El 15 de diciembre de 1937, la Ciudad de La Plata se vio envuelta en un baño de sangre. El hecho sacudió al país pero poco a poco fue pasando al olvido.
Todo ocurrió en la Legislatura Bonaerense: el diputado radical Mario Bessone mató de seis disparos al diputado conservador Fortunato Chiappara cuando se encontraron en un pasillo.
El brutal hecho sucedió alrededor de las 15 horas. “¡Te voy a matar como un perro!”, le habría dicho Chiappara a Bessone cuando se toparon. El conservador se llevó la mano a la cintura aparentemente para extraer un arma, y el radical no dudó: sacó su revólver y le aplicó un balazo frontal. Según la reconstrucción del hecho, luego le habría disparado cinco veces más por la espalda.
Esa misma noche, la Cámara de Diputados aprobó en forma unánime el desafuero del diputado asesino. Bessone era médico y hasta intentó ayudar a la víctima de sus disparos, pero finalmente falleció.

Los reportes de la época recuerdan que antes de consumar el asesinato, Bessone y otros legisladores radicales habían tomado un helado en Diagonal 80. Fue el preludio de un baño de sangre.
La disputa entre Chiappara y Bessone no era nueva. Ambos eran dirigentes de la localidad bonaerense de Saavedra. Eran férreos rivales. Dos meses antes del asesinato, los conservadores habían triunfado en una elección marcada por el fraude. La grieta entre conservadores y radicales estaba a flor de piel, y la violencia política era un elemento presente en la vida pública, aunque nunca con semejante extremo: un asesinato.
Más allá del tiroteo y sus consecuencias, existía en la opinión pública una suerte de benevolencia hacia el asesino. Y es que Bessone había sido perseguido por Chiappara en Saavedra.
Meses después, el juicio fue todo un acontecimiento: quedó gente afuera de la Cámara 3ª de Apelaciones en La Plata, porque se habían ocupado las 295 plateas con que contaba el lugar. La expectativa era inédita.

Muchos testigos llegaron desde Saavedra a La Plata para declarar que Bessone había sido víctima de persecuciones.
Finalmente, los doctores Luro, Díaz Cisneros y Nieto condenaron al radical a tres años de prisión por el homicidio del diputado Chiappara, concediéndosele el beneficio de la libertad condicional. El proceso judicial duró cuatro días. Y concluyeron que fue un homicidio en estado de emoción violenta. En la práctica, Bessone quedó instantáneamente en libertad. Pero naturalmente fue lo último que hizo en política.




