Rodolfo Walsh fue uno de los personajes más importantes en la historia del periodismo. Oriundo de Río Negro pero devenido a platense de corazón, eligió la ciudad de las diagonales para estudiar la carrera de Letras en la Universidad Nacional de La Plata, pero la sangre tiró y comenzó a dedicarse a los medios.
Escritor y amante del ajedrez, supo desempeñarse con pasión durante la dictadura militar que acechó al país en 1955, pese al peligro que eso conllevaba. Socio del club Estudiantes de La Plata y radicado en la ciudad durante el tiempo que transcurre en la historia que escribió en uno de sus libros más importantes, Operación Masacre, supo romper con los esquemas tradicionales de la escritura.

Corría el día 9 de junio de 1955, cuando el asiduo jugador de ajedrez y visitante de los bares de la ciudad, oyó la famosa frase "hay un fusilado que vive", que dio lugar a una investigación periodísitca, y en su conjunto a la creación del non-fiction, un nuevo tipo de literatura.
Con información real y condimentos extra, el periodista se sumergió en una vida que desconocía. Su paso por el Club de Ajedrez de 6 y 54 quedó marcado en el libro que escribió, y también en el lugar que hasta hoy tiene una placa a su nombre.

Allí se encontraba previo a escuchar aquellas palabras que lo "obligaron" a indagar sobre aquella época oscura y la posible existencia de sobrevivientes. Así fue como emprendió un camino que marcó al periodismo y la forma de escribir, mezclando investigación y datos duros con un relato digno de una pieza literara.
La Plata, ciudad politizada desde siempre, fue el lugar que lo acogió y le abrió los ojos ante la realidad que sólo unos pocos querían ver. El "fusilado que vive" había sido una víctima de los tantos que fueron detenidos y asesinados en un basural de José León Suárez, sobre la Ruta 4.
Años después, el periodista se vio envuelto en la pasión, no sólo por su trabajo, sino también por la militancia. Tal fue su dedicación al tema, que se animó a escribir la Carta abierta a la Junta Militar, mostrándose combativo y habiendo aprendido durante sus años de transitar la política.

Walsh fue una gran figura dentro del peronismo gracias a su compromiso desde el priodismo, y marcó a las generaciones siguientes a tal punto de ser su nombre y su historia reconocidos a pesar de los años.
Sus últimos días los paso en una casa en San Vicente, hasta que fue emboscado y secuestrado para posteriormente ser desaparecido por las Fuerzas Armadas, reflejando lo que significaba militar durante esa época.
La estación de subte que se encuentra en el lugar en que fue abatido, lleva su nombre en forma de homenaje, al igual que otros tantos que se replicaron en muchos puntos de Buenos Aires, pero especialmente en La Plata, ciudad que vio dar sus primeros pasos al periodista y su entusiasmo por la política que marcarían la historia.





