Sergio vive en La Plata y lleva ya 31 meses sin poder ver a sus hijos. Todo comenzó cuando su ex pareja lo denunció por abuso y maltratos contra sus propios hijos. Uno de ellos es autista.
La causa está detenida en la Corte Suprema desde septiembre. En agosto del 2020, la Cámara de Apelaciones confirmó el fallo a favor de Sergio, pero la mamá de los chicos apeló ante la Suprema Corte.
“Aunque ellos tienen 30 días para expedirse, ya pasaron varios meses y no movieron el expediente, a pesar de los reclamos de mis abogadas. Todos creen que la corte va a confirmar el fallo, pero lamentablemente no tenemos forma de que se muevan, no podemos saber cuándo va a pasar eso. Mientras tanto la ejecución de la sentencia está suspendida. Aunque la restricción ya no existe, no puedo hacer nada hasta que me habiliten a comenzar la revinculación”, contó el hombre en dialogo con LAPLATA1.com.
Y agregó: “La situación es muy rara, porque por un lado la restricción se cayó, pero todos a quienes consulté coinciden en recomendarme de que no intente acercarme por mi cuenta porque hay un protocolo de revinculación que seguir, y si yo intentara ese acercamiento puede ser tomado por la otra parte como una excusa para volver a denunciarme y recomenzar todo”.
“Es desesperante, pero no puedo hacer nada más que reclamar y reclamar que la corte trate mi causa lo más pronto posible”, consideró Sergio, quien afirmó que fue víctima de falsas denuncias.
Del análisis de los informes periciales producidos en la causa, “surge que L (hija de Sergio) está inmersa en un entorno que coarta su sano desarrollo psicoafectivo, pues la modalidad de vínculo materno-filial coarta su posibilidad de tener un deseo y pensamiento autónomos, lo cual configura un abuso emocional y un riesgo psíquico potencial para ella. Existe un vínculo simbiótico con la madre, donde prima el deseo de ella, en pos del deseo de L, que no puede en este contexto identificar L está inmersa en una situación violenta en tanto no hay lugar para su propio deseo, en tanto ser diferente, distinto, fundamental para la sana constitución subjetiva”.
Por otro lado, Sergio contó cómo atraviesa este momento desde lo emocional: “No puedo decir que bien, porque el dolor y la tristeza son cada vez más grandes, pero sé que tengo que mantenerme entero, porque llegará el día en que mis hijos sepan la verdad, y aunque ese día ya no esté allí para verlo, es muy importante que ellos sepan que nunca dejé de luchar por ellos”.
“No soy una víctima, de ninguna manera. El único interés en que nos debemos concentrar es el de los niños. Ellos son las víctimas. No solo mis hijos, sino miles de niños a quienes se los ha convertido en huérfanos de padres y madres vivas. Ellos deben cargar con la pesadísima mochila de soportar que les digan que su padre es un monstruo que abusó de ellos, o que su madre los abandonó”, concluyó Sergio.




