La casa de videojuegos Texas marcó a varias generaciones en La Plata. El mítico lugar estaba emplazado en 8 y 51, y cerró en la década del 90.
Pero no son pocos los platenses que buscan viajar en el tiempo y revivir el espíritu de Texas.
Rober es de Gonnet, tiene 39 años y junto a Juan, su socio, comenzó un emprendimiento llamado “Arcade La Plata”. Ellos fabrican máquinas idénticas a las de Texas y las venden. “Vendemos nostalgia”, es el slogan de la empresa.

“A principios de los noventa nos encantaba ir a los salones de videojuegos. Estando en Gonnet, se nos hacía complicado ir hasta Texas. Lo que hacíamos era juntar entre muchos la mayor cantidad de plata posible y nos íbamos al Camino Centenario para esperar el 273 y dirigirnos a Texas. Era el mejor lugar de videojuegos de La Plata”, recuerda Rober en diálogo con LAPLATA1.com.
También rememora que en el Día del Niño regalaban fichas y entonces se formaban colas tremendas.
“Eran dos pisos con videojuegos y muchos eran únicos. Sobre todo el diseño de la máquina. Había juegos con cabinas. Eso no existía en otros lugares. Era increíble. También estaba la cascada de fichas, y cada uno manejaba sus trucos. Cada tanto venían y te retaba si te veían moviendo la máquina para que cayeran”, cuenta entre risas Rober.

“Imaginate que nosotros éramos muy chicos y nos quedaba lejos ir a Texas: era una travesía. Los 80 y los 90 fue una etapa muy linda, sobre todo porque se relaciona con nuestra infancia y adolescencia”, agrega.
Pero los años pasaron y el furor por las casas de videojuegos fue mermando. Las consolas domésticas empezaron a copar las viviendas particulares. Texas cerró.
Sin embargo, Rober no quiso que su recuerdo quedara en una nebulosa. En el 2015 empezaron con este proyecto.

“Fabricamos el mueble de manera idéntica al que conocimos en aquella época, y adentro en base a una computadora colocamos 18 o 20 mil juegos repartidos en 45 consolas. La idea es tener un comando con 6 botones de cada lado, y entrar a todos los títulos taquilleros de esa época”, explica.
“La idea es que la gente cuando compre nuestro producto y lo encienda, pueda viajar en el tiempo y encontrarse con su pasado”, completa Rober, quien aclara que las máquinas se venden y también alquilan.





