En el 2017 Cambiemos había logrado lo que parecía imposible: competirle mano a mano al kirchnerismo, representado en la boleta de Cristina Kirchner, en los históricos bastiones del peronismo.
Si se tomaban los números únicamente del Conurbano, Unidad Ciudadana le ganó a Cambiemos 41 a 37%. Una distancia muy corta teniendo en cuenta la tradicional fortaleza del justicialismo en ese territorio.
Pero en el 2019 todo “volvería a la normalidad”. Con la consolidación de la recesión y la elevada inflación, los votos amarillos se esfumaron en menos de dos años y de nuevo el peronismo se alzó con un cómodo triunfo en la Provincia, y especialmente en el Conurbano.
Sin Vidal, ahora Juntos por el Cambio debe rearmar su discurso para llegar al corazón del Conurbano. Es una zona abandonada discursivamente por la oposición. El Conurbano se nutre de dos elementos para sobrevivir: la industria manufacturera (que usualmente necesita de subsidios y proteccionismo para funcionar) y la política social traducida en planes y diversos programas de asistencia.
Son justamente dos elementos que forman parte de las tensiones dentro de Juntos por el Cambio. Todavía le reprochan a Carolina Stanley la excesiva distribución de fondos a movimientos sociales. Y también en el plano económico se desliza la imposibilidad de seguir “bancando” a una industria local cara e ineficiente.
Resumiendo, sobrevuelan dos frases: “basta de planes”, “basta de industria ineficiente”. Con ese espíritu parece complicado que Juntos por el Cambio pueda amigarse con esos sectores que dependen del auxilio estatal para llevar el día a día.
Cada precandidato tiene una a favor y una en contra. Jorge Macri gobierna en el Conurbano, pero en la parte rica; Diego Santilli conoce la dinámica del primer cordón, pero siempre lo vio desde el otro lado de la General Paz; y Facundo Manes no está pegado al fracaso de Macri, pero su imagen parece compatibilizar mejor con un electorado urbano de clase media y no tanto con los barrios calientes del GBA.
Los últimos dos gobiernos radicales (Alfonsín y De la Rúa) terminaron con números escalofriantes en materia de pobreza en el Conurbano. Desde aquel momento, los radicales solo pudieron tener sonrisas electorales en los municipios agropecuarios del interior. Inclusive en las grandes ciudades del interior (La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tandil, Olavarría), que históricamente fueron puntos altos del radicalismo, sus votantes se recostaron por liderazgos del PRO.
Desde el Frente de Todos tampoco tienen mucho para ofrecer en términos económicos en el Conurbano. Los números de inflación, pobreza y actividad económica no permiten basar la campaña en esa agenda. Pero sí pueden mostrar el avance de la campaña de vacunación, algo destacado por la mayoría de las personas según los sondeos de opinión. ¿Le alcanzará al Frente de Todos con vacunar para sostener números electorales importantes en el Conurbano?
