“El caballito me picó”: la trágica historia urbana de la nena, la calesita y la yarará en La Plata

Sociedad 27/07/2021 . Hora: 18:29
“El caballito me picó”: la trágica historia urbana de la nena, la calesita y la yarará en La Plata

Hace décadas, las portadas de los informativos platenses divulgaban un caso extraordinariamente trágico que tenía como protagonistas a una niña, una calesita y una serpiente yarará. O al menos, eso recuerdan algunos…

Es que la falta de archivo y testigos del caso, a aproximadamente 50 años del hecho, no permiten precisar ni nombres, pero se expande como un gran mito platense. Esta historia no quedó en el olvido para un puñado de adultos que logran recordar detalles de la historia que sus madres o abuelas le han contado de aquella tarde. Otros, aseguran que fue una mera excusa para evitar gastar durante una fuerte crisis económica.

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Algunos memoriosos aseguran todo ocurrió durante la década del 70’, cuando las calesitas que se encargaban brindarles diversión a los niños platenses con sus carritos y animalitos lleno de luces y música, salían de gira por todas las plazas de la ciudad. Una tarde, los niños se enteraban que la calesita se situaría durante ese fin de semana en la actual plaza Hipólito Yrigoyen, de 19 y 60.

El día transcurría absolutamente normal y los operarios del entretenimiento cumplían su rutina a raja tabla, hasta que la voz y el llanto de una niña que disfrutaba de un paseo los obligó a detener el juego.

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“Mamá, el caballito me picó”, fueron las palabras de la víctima de esta historia, de menos de 10 años de edad. Inmediatamente, personal de la calesita la asistió y notaron que en la parte baja de su pierna izquierda tenía sangre y una especie de “astilla”, se la retiraron y se disculparon asegurando que fue producto de un desmantenimiento de los personajes donde se sentaban a girar, que por aquel entonces, eran de madera.

Todo quedó ahí, la calesita volvió a girar y los nenes a delirar intentando conseguir la sortija que les otorgue algún premio. La niña lastimada fue llevada de regreso a casa por su mamá.

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Pero algo no andaba bien, las horas transcurrían y la pequeña comenzaba a tener otro tipo de síntomas tales como fiebre y dolores de cabeza, su estado de salud desmejoraba y su madre decidió llevarla hasta el Hospital de Niños.

Lamentablemente, cuando la nena llegó al nosocomio ya era muy tarde. En cuestión de horas los médicos constataron el fallecimiento de la menor y procedieron a realizarle la autopsia para determinar qué había causado su muerte. Cuando los estudios llegaron, el pánico y el alerta se apoderó de todos en la ciudad: la víctima murió por envenenamiento producto de la mordedura de una serpiente.

Rápidamente, recordaron aquella “astilla” que lastimó a la nena en la calesita y corrieron a dar aviso a los dueños del juego. Estos, asombrados y conmovidos por tal tragedia, procedieron a revisar el caballito de madera en la que la niña se sentó y descubrieron que adentro anidaba una serpiente yarará a la que le faltaba un colmillo. Es decir, la nena murió porque cuando se encontraba sentada y paseando en el caballito de la calesita, una serpiente mordió su pierna.

La noticia recorrió por toda la ciudad, las madres, en pánico, dejaron de llevar a sus hijos a las calesitas y procedieron a contarles esta historia a sus descendientes. Pero la veracidad de esta historia es puesta en duda y existe una teoría que explicaría la razón por la cual podría haber sido inventada.

Según los relatos, este caso pudo darse en el período comprendido entre mediados de los 70’ y principios de los 80’, época de bolsillos flacos, y con la pobreza y el desempleo creciendo sin parar. Este contexto, sumado un niño y una calesita por la que se debía pagar para subir, habría llevado a que muchas madres platenses cuenten esta historia como excusa para que sus hijos no deseen ir al juego, y así evitar romperles la ilusión y complicar la economía familiar.

Las versiones son muchas, desde ya no existe un consenso sobre los detalles de lo sucedido, ni siquiera se recuerda con fidelidad. Lo cierto es que se trata de una de las tantas leyendas urbanas que se transmiten desde el recuerdo en la maravillosa de la ciudad de La Plata.

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