Volvió a ingresar el proyecto de Código de Convivencia en el Concejo Deliberante de La Plata, que viene luchando desde 2019 para poder ser aprobado. Pero esta vez con varios cambios.
En primer lugar, y creo que el único cambio significativo, es que se quitó el arresto como sanción y en su lugar se puso el servicio comunitario. Pero esto no trae consigo un cambio profundo en el espíritu punitivista del código.
No obstante, quitar los arrestos allana una discusión clave de cara a las elecciones, debido a que esta sanción era inconstitucional en un código de convivencia, que harían cumplir los jueces de falta, simples administradores que no pueden garantizar el derecho del acusado a un juicio justo. Por tanto, no había una discusión donde ahondar cuando ya se estaba tan mal desde el principio.
Pero suprimir esto y agregar el servicio comunitario da una sensación de entendimiento y funciona como el maquillaje perfecto para los puntos verdaderamente polémicos del código. Para empezar, al explicarlo desde el Ejecutivo Municipal hacen hincapié en la palabra "convivencia", queriendo dar una sensación de igual a igual entre los vecinos y el poder estatal.
Fuentes municipales también destacan el constante diálogo con el que se llevó a cabo, pero si es que hubo tal diálogo, fue entre sordos y mudos; ya que ninguna de las protestas reales de los sectores sociales se vio puesta en manifiesto en las modificaciones de este año.
ENTRE EL DISCURSO Y LA ACCIÓN
A pesar de la vocación de diálogo, varios puntos reflejan el punitivismo que lleva en sí este código. Por ejemplo, la prohibición de la venta ambulante o de los trapitos. Pero no solo es el veto en sí, sino la sanción que este conlleva, que es también la misma que al trabajo sexual en espacios no autorizados: multa.
Aunque en el último se trate de más una organización de espacios, estos son tres "delitos" que si debiéramos brindarle una razón de raíz es la falta de trabajo formal, por qué se lo castiga con el pago de dinero -que seguramente no tienen- y no con la realización de talleres de profesionalización, por poner un ejemplo.
Aunque sí hay otras partes del Código de Convivencia que realmente muestran el espíritu conciliador al que se quiere apuntar. Por ejemplo, el artículo que establece como faltas graves a todas aquellas que atenten contra el cuidado del medioambiente. También políticas de cuidado de mascotas, con talleres de aprendizaje sobre los animales.
Tratándose de temas que no solamente son consensos, sino que además realmente importan al vecino, suman a la búsqueda discursiva más "progresista" del Código.
#AHORA ???? En Comisión de Seguridad Pública y Derechos Humanos por videoconferencia ???? pic.twitter.com/tDZSdur0YL
— Concejo Deliberante de La Plata (@ConcejoLaPlata) August 6, 2021
DISCUSIONES POLÍTICAS
Sin embargo, para bien o para mal, con la inconstitucionalidad fuera de la mesa, ya solo quedan las diferencias políticas, viéndolas como un choque de principios morales incompatibles. Es decir, ya no hay acusaciones posibles que no terminen en discusiones meramente ideológicas.
Solo quedan en el asador diferencias históricas, representaciones de pares binarios tan viejos como el sistema mismo: civilización y barbarie, orden y caos. Artículos como el referido a los trapitos (N°115), la quema de neumáticos (N°92) o las protestas en la vía pública (N°147); muestran a las claras por donde irá la discusión y el intento de implantar la simple idea de generar orden.
Si bien desde el Municipio aseguraron a este medio que es una coincidencia que se dé tratamiento a esto cerca de las elecciones (una coincidencia igual a la del 2019), viene como un az bajo la manga para el platense de clase media, de la mano de otro gran golpe que espera dar la Comuna este año en el Poder Legislativo: una gran reforma impositiva.
Juntos, constituyen el sueño húmedo de todo autopercibido apolítico: más orden, menos impuestos.
