Ramona y una "Casita" que superó todas las crisis en La Plata ayudando a los niños humildes: "Se corrió de boca en boca"

Sociedad 10/08/2021 . Hora: 13:29
Ramona y una ”Casita” que superó todas las crisis en La Plata ayudando a los niños humildes: ”Se corrió de boca en boca”

Ramona Pérez nació en Ensenada pero hoy es una de las personas más queridas y respetadas en Tolosa.

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Su "Casita" está ubicada en 116 y 530 desde hace muchísimos años. Allí reciben a niños de entre 2 y 12 años de edad con el objetivo de que no estén en la calle y no caigan en la deserción escolar.

“Mi marido y yo nacimos y crecimos en Ensenada. Mis padres eran trabajadores: mi papá, Ricardo, trabajaba en Astilleros; mi mamá, Delia, trabaja en Swift. Hice la primaria en Ensenada y el magisterio en La Plata. Vine a vivir a Tolosa en 1980, porque mi suegro había comprado un terreno acá en el que empezamos a construir la casa, me casé y me dediqué al cuidado de mis hijos, que fueron a las escuelas del barrio”, cuenta Ramona.

REINO DE LOS CHOCOLATES

Hacia el 2000, cuando el desempleo y la recesión empezaban a evidenciar sus peores efectos, Ramona se contactó con otras señoras para iniciar una movida solidaria.

CADENA COOL

Se conectaron con la Federación de Apoyo Familiar que estaba dirigida en ese momento por Ana Mon y consiguieron un subsidio que alcanzó para alquilar un lugar donde había funcionado una carbonería, en 115 bis y 529.

Según recuerda Ramona, ese lugar fue completamente reciclado y el 6 de julio empezó a funcionar la Casa del Niño “Refugio del Ángel” con 10 chicos. “Yo empiezo como voluntaria en octubre, yendo una vez por semana. Se fueron sumando chicos a través de la Escuela cuando se corrió de voz en voz que había un lugar así”, asegura.

El lugar tiene autonomía financiera que logra a través de las cuotas de socios y de donaciones que recibe gracias a solidaridad de la gente. Y brinda contención de todo tipo: alimenticio, educativo, psicopedagógico, psicológico y sanitario.

“Cuando llegué la primera vez vi a nenes que estaban jugando, comencé a acompañarlos en los juegos de mesa, me puse a charlar con ellos, empecé a conocerlos. Después pasaba la semana esperando que llegara el miércoles. Por eso le pedimos a los voluntarios que vengan, al principio, un día a la semana, así esperan ese día tanto el voluntario como los chicos”, asegura.

Pero a partir de allí comenzarían los problemas con el lugar: la casa estaba en sucesión y los dueños decidieron venderla. Debían buscar otro “refugio”. Les propusieron varios sitios alternativos pero ninguno convencía.

Hasta que llegó una propuesta: “Un matrimonio había comprado la casa de la esquina de 530 y 116, que era una tintorería cerrada hacía años porque sus dueños se habían vuelto al Japón y la habían puesto en venta. El matrimonio se la ofreció a Susana Cascante (referente de La Casita), en comodato por 10 años renovable, con la condición de hacernos cargo de las refacciones y acondicionamiento”, explica.

“Susana Cascante se había quedado sola en la comisión, el resto de la gente se había ido por distintas cuestiones. Ella se quedó peleando sola, por eso ella es el eje y el artífice de la casita, gracias a ella pudimos sobrevivir y seguir existiendo”, agrega Ramona.

Por otro lado, Ramona brinda un pequeño resumen del espíritu de La Casita: “El requisito principal para que el chiquito sea recibido es que los papás trabajen, por ejemplo, de empleadas domésticas, de pintores, de albañiles, que sean familias de escasos recursos que no pueden pagar una guardería, o que si pueden hacerlo ahorren ese dinero para terminar de construir sus casas, por ejemplo. Nos damos cuenta quienes son los padres que trabajan porque sus hijos nunca faltan. Si los papás trabajan el chico asiste a la casa así llueva, truene o haga frío. Si los chicos vienen siempre es porque los padres trabajan”.

Con la pandemia, La Casita estuvo cerrada algunas semanas en los momentos más complejos de la enfermedad. Y es que la mayoría de la gente que trabaja y colabora son adultos mayores, el sector de mayor riesgo.

Pero ya volvieron al ruedo con todos los protocolos y retomando los talleres que llevan a cabo históricamente: de cine, de pintura, de música.

"Ya tenemos voluntarios que fueron chicos que vinieron a la casita, tenemos a Oriana que fue una de las primeras niñas que vino. Hoy tenemos hijos de chicos que formaron parte de la casita, como Bianca y Tiago. Además, los chicos que estuvieron aquí siempre nos vienen a visitar, siempre. Nos invitan a sus cumpleaños, a sus casamientos, nos consideran parte de sus familias. 

En abril de este año, tuvieron una linda recompensa: el Taller de Cine Globo Rojo de La Casita resultó seleccionado en 1° lugar en el Concurso Latinoamericano de Fotografía sobre experiencias educativas de transmisión social organizado por CLAYSS (Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario).

Un ejemplo para Tolosa y toda la ciudad. Para ser socio y colaborar con esta Casa del Niño deben contactarse al 221 655 2526.

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