Carlos Bainotti es un platense de 34 años que hoy vive en Barcelona. Recorrió diferentes partes del mundo pero siempre llevando la casaca del lobo en el pecho.
Fue también el impulsor de la filial de Gimnasia en Barcelona. Actualmente es su Presidente aunque aclara que ese título es “simbólico”.
En diálogo con LAPLATA1.com, Carlos contó que estudió en el Normal 1 y luego se recibió de Licenciado en Administración en la UNLP en el 2011. 6 años después decidieron hacer un máster en Barcelona junto a su novia y allí se quedaron.
“Al principio fue duro porque no teníamos un mango como todo inmigrante. Pero ella trabajó todo el tiempo. A mí me costó un poco más conseguir”, recuerda. Hoy están súper asentados.
Pero lo que nunca cambió fue su amor a Gimnasia a pesar de la dificultad de los horarios.
“Cuando se juega la final de la Copa Argentina en el 2018, se empezó a armar un grupo de Whats App para ver el partido. Yo justo estaba en Argentina de visita en ese momento, pero igual también sumaba a la gente que conocía de Barcelona. Así pudimos aunar a muchas personas, generar reuniones, juntadas, hacer partidos. Y justo se dio que hubo buena onda entre varios, y a principios del 2019 empecé a ver qué requisitos se necesitaban para ser una filial”, cuenta Carlos.
En marzo de ese año finalmente fueron oficializados como filial luego de presentar todos los papeles.
“El título de Presidente de la filial fue simbólico. Era más que nada porque yo solía poner la casa y tenía un poco más de iniciativa. Hoy en el grupo de WhatsApp somos más de 50, y en eventos importantes solemos juntarnos entre 20 y 25. En los partidos comunes somos entre 6 o 12. El tema también es el horario. A veces también hubo alguna parrilla prendida”, describe.
Como filial también han organizado sorteos y con lo recaudado han ayudado al Hospital Gutiérrez y al hogar Ángel Azul.
“Casi todas las semanas vamos agregando a gente que vienen desde Argentina. También se arman debates en los grupos cuando juega Gimnasia. Es muy lindo lo que se generó. Nosotros somos privilegiados porque trabajamos y estudiamos, pero también hay chicos que son repartidores o están sin papeles, entonces les damos una mano. O nos ayudamos si alguien necesita un carpintero o un albañil. Termina siendo un grupo también solidario”, completa Carlos.
