Los dirigentes políticos están a la caza del voto joven. Es un denominador común de todas las fuerzas políticas.
Las encuestas sobre este grupo etario no parecen muy concluyentes: hay sondeos que dan al Frente de Todos liderando la intención de voto cómodamente en este estracto, y otros que lo dan en tercer lugar por detras de los libertarios y Juntos por el Cambio.
De todas maneras, está claro que se pudo haber encendido alguna señal de alerta en el oficialismo. Hubo una saga de declaraciones y alusiones de las principales figuras del Frente de Todos a los jóvenes.
Podríamos decir que empezó con Cristina y L-Gante, y siguió con Alberto Fernández pidiéndole a los jóvenes “picarle el boleto” a los liberales. El propio Máximo Kirchner, recientemente, sorprendió al poner en agenda proyectos de índole ambiental: “Hay cientos de miles de pibes y pibas interesados en estas cosas", dijo en el Estadio Único Diego Armando Maradona.
Y desde lo institucional también hubo un guiño: el lanzamiento de Te Sumo, un programa que apunta a incentivar las contrataciones de menores de 24 años. El Gobierno mantuvo en agenda esta iniciativa durante casi una semana.
Tomemos a alguien que tiene 17 años y va a votar por primera vez. Ese joven nació en el 2004. Obviamente no vivió con conciencia el periodo de fuerte crecimiento económico del 2003 al 2007. Era un bebé. Analicemos cómo se comportó Argentina desde que ese joven ingresó a la primaria (año 2010): atravesó 6 años de recesiones (2012, 2014, 2016, 2018, 2019, 2020). Son 7 en toda su vida si sumamos la del 2009. Y la inflación promedio anual fue de 34,06%.
Los datos de desempleo tampoco son favorables para este grupo. Según el último informe del INDEC, las mujeres de entre 14 y 29 años tienen una desocupación del 24,9%, mientras que para los hombres es del 17%. Cabe recordar que el desempleo para la población total fue del 10,2%. Es decir, los jóvenes están muy por encima del promedio.
A partir de estos datos se puede entender que muchos jóvenes sientan apatía y cierta resignación por el futuro del país. No han vivido ningún momento de bonanza económica. También es cierto que hablar de “voto joven” es una generalización peligrosa: no tienen las mismas prioridades un chico de clase media urbana universitario, un chico de un pueblo rural de Jujuy y un chico que vive en una casilla de González Catán. Son universos absolutamente diferentes a pesar de que todos tengan la misma edad.
Un último elemento que sorprende: ningún partido se “anima” a incorporar demandas vinculadas a la “agenda vegana”. ¿Será piantavotos o es un terreno dónde a nadie se le ocurrió explorar?
