En 529 y 2 bis quedaron muchas historias. Se trata de una casa que fue el punto de atracción de los jóvenes en la década del 60, los 70 y los 80. Algunos la denominaban “La Cueva”, otros “La Madriguera”.
Lo concreto es que esa casa guarda muchos secretos de Tolosa. Era el punto de encuentro: entraban y salían personas todo el tiempo. Se hacían reuniones, cumpleaños, eventos, juntadas.
“El Bocha Latorre, Balin Celimedo, el Negro Hilario y yo estudiábamos en ‘La Cueva’, a veces durante toda la noche en épocas de examen, pero también podíamos pasar toda la noche jugando al póker o jugando con un ‘scaletric’ que trajo no me acuerdo quien, y con el cual pasábamos hasta el amanecer haciendo carreras de autitos eléctricos”, recuerda José Carlos Triolo, un habitué del lugar.
El dueño de la casa era León y su hijo se llamaba Hilario. Ambos fallecieron y son muy queridos en Tolosa.
“León, el padre de Hilario, nos quería a todos, nunca renegó de nosotros, nos veía como parte del folklore de su casa. “La Cueva”, la casa del pueblo, era su casa. Era viudo, le gustaba conversar. Seguro que las habitaciones silenciosas le molestaban, en cambio el bullicio de los jóvenes le resultaba divertido, muchas veces, muy atento y respetuoso, se acercaba a conversar con nosotros”, agrega José Carlos.
Antes de fallecer, Hilario contó cómo fue su llegada a nuestra ciudad ya que ellos vivían en Neuquén: “Venir aquí a Tolosa era como venir a vivir al paraíso después de haber estado en el desierto, donde no había nada cerca. En Tolosa, y esto mucha gente no se da cuenta, en 10 cuadras a la redonda, uno tiene todo lo que puede necesitar. Tolosa era y es un punto estratégico para vivir. Mi viejo, con una gran visión de futuro, decidió quedarse acá, y se compró una casa vieja acá pudiendo haber comprado una casa mucho más nueva en otro lugar. En esa época Tolosa tenía algunas carencias: no había luz, no había gas, no había cloacas, el agua era de mala calidad, pero todo eso con el tiempo se fue solucionando, allá en Neuquén teníamos todo esto pero nos faltaba el resto, que no era fácil de solucionar”.
¿Qué se iba hacer a La Cueva? Conversar, estudiar, leer, dormir, jugar a las cartas, jugar al ajedrez, almorzar, desayunar, escuchar música, cenar, participar de una fiesta o simplemente no hacer nada.
LAPLATA1.com se comunicó con la hija de Hilario, quién abrió su corazón y recordó a su papá.
“Era neuquino pero de sangre tolosana. Peronista y pincharrata. De carácter fuerte, discutidor y calentón. Muy querido en el barrio, siempre charlando con todo el mundo, conocía a todos”, dijo.
“Era jodón y rebelde sin causa en sus años de juventud, siempre contando que se vivían juntando en casa, que se la pasan haciendo jodas. Siempre de gran corazón, daba hasta lo que no tenía para ayudar a un amigo. Me enseñó el amor por los perros y que en la vida es importante ser buena persona, ayudar al otro, disfrutar de los amigos, el amor a los animales y a escuchar buena música como Queen, Elvis”, agregó.
“Me enseñó que para tener algo hay que laburar y que a veces las cosas cuestan. Fue un tipo muy querido en el barrio, en sus trabajos, en su club de pelota paleta”, completó.