Juan y Martina son dos jóvenes de La Plata que llevan adelante “El Gran Garage”, un emprendimiento que avanza a paso firme. Ambos son estudiantes de Derecho. Están a punto de recibirse.
Son novios y socios. Todo comenzó de manera muy casera, pero el proyecto superó las expectativas y ahora evalúan expandirse.
“Era un proyecto chiquito, de poca ambición. La idea era vender algunos muebles y maquinarias que teníamos en nuestras casas porque venimos de familias emprendedoras y teníamos muchas cosas que no le dábamos uso. Pero por suerte nos fue muy bien”, cuenta Juan a LAPLATA1.com.
¿Cómo vender en El Gran Garage? Hay cuatro pasos: el cliente debe contar qué quiere vender, luego debe compartir las fotos, medidas y estado del producto. En tercer lugar se lleva a cabo la cotización del bien, y finalmente lo publican hasta recibir algún ofrecimiento.
“Se fue corriendo la bola. Primero con conocidos, amigos de amigos, y terminamos trabajando con público en general. Estamos creciendo mucho. Ofrecemos liquidaciones de comercios que lamentablemente no funcionan más. Son comercios o locales que necesitan deshacerse de su mobiliario para poder alquilar el lugar”, explica.
Y agrega: “Es todo a pulmón; el objetivo es reutilizar objetos útiles pero que no son usados. Son muebles, artículos de decoración, maquinarias. Nos está yendo muy bien. Somos como comisionistas”.
En estos momentos, Juan y Martina cuentan con 300 artículos en venta. El depósito lo tienen en su casa y cada vez entran menos cosas. Por eso evalúan poner en un corto plazo un local a la calle.
Por otro lado, Juan recalca: “Lo que hacemos es asegurarnos de que el bien sea de buena calidad y de procedencia segura. Nosotros trabajamos a partir de la confianza. Todo se puede probar. Queremos que el servicio sea personalizado. Nuestro negocio crece en base a la confianza del consumidor”.
Ambos tienen otros trabajos. Cuentan que El Gran Garage ha crecido mucho pero que por el momento es “algo complementario”.
¿Y cómo acuerdan los precios de venta? Proponen un valor en base a una “investigación” de lo que cuesta en mercado un producto similar. Es un rastrillaje informativo que no siempre es fácil.
Concluye Juan: “Tenemos una cliente con una colección de Hello Kitty y te tenés que meter en el mundo ese para saber su valor. Vienen de Capital y otros lugares para ver qué tenemos, y se vendió todo. No lo podíamos creer. No sabía que podía tener esa repercusión. Terminás aprendiendo muchísimo sobre cada mundo que tenés que vender”.
