Adriana es jubilada, vive en La Plata y se convirtió en una especialista en el mundo buda.
En diálogo con LAPLATA1.com, Adriana cuenta que todo empezó en el 2015. Cerró un negocio que tenía y le había quedado bastante tiempo libre.
“No podía quedarme quieta y empecé a hacer artesanías”, recuerda. Un día pasó por el Parque Alberti, vio la feria y se dio cuenta que eso era lo suyo. Enseguida se puso a trabajar allí.
Su emprendimiento se llama Atrapasueños. Fue lo primero que comenzó a hacer Adriana. Pero poco a poco fue cambiando su oferta artesanal. De hecho, hoy ya no hace atrapasueños. Pero el nombre quedó.
Actualmente trabaja en la feria del Parque San Martín: “Con la pandemia estuvo todo frenado. Era una situación insostenible porque para muchos es una fuente de trabajo o una ayuda importante. La gente quiere creer en algo, aferrarse a algo. Necesita algo para creer en que su situación va a mejorar”.
Esta última definición de Adriana es la clave de su trabajo actual. Se concentró en el mundo buda. No solo desde el aspecto artesanal, sino también desde su filosofía.
“Soy católica como la mayoría que me compra. Es importante pensar por qué esa persona necesita de esa figura para llenar un poco su interior y encontrar algo de paz y felicidad que en estos tiempos se vio trastocada”, cuenta.
“Buda es un símbolo inspirador de autosuperación y sentimientos nobles. La palabra Buda significa iluminado, alguien que está despierto. Es bueno aclarar que el budismo es una filosofía de vida, entonces no cree en dioses o creadores del universo. La persona que lo practica busca liberarse del sufrimiento que le causa su propia existencia con sabiduría y bienestar. Busca un cambio profundo a partir de la educación de la mente. Por eso la persona que compra un buda para adornar su living, escritorio u oficina, lo que busca es algo sagrado, una conexión consigo mismo. Pero no es una deidad. Es una forma de estimar, de agradecer a quien uno considera un maestro”, explica.
Adriana dice que hay casi 100 budas diferentes, pero los más conocidos son cinco. Ella los recrea a partir de su talento.
“El más común es el que sus manos están apoyadas sobre sus piernas y significa la meditación y el camino a la iluminación. Es la más habitual”, dice.
“Vivimos en un mundo muy consumista donde día a día aparecen nuevas imágenes y formas. Por ejemplo, los budas bebés. No tienen el mismo significado pero se le quiso dar un sentido. Sus manos representan distintos sentimientos: de fe, de felicidad, de paz, de amor. Es una manera de que la gente adopte esas imágenes. Hasta los nenes se las llevan”, admite.
Y también aparecen los elefantes. Son sinónimo de fortuna, paz y riqueza. Es el destructor de los obstáculos. “Son portadores de la buena suerte y son respetados por la memoria, su resistencia y su longevidad”, agrega Adriana.
Finalmente, subraya: “Lo artesanal está muy vigente en este momento. Mucha gente en la casa se dio cuenta de que tiene potencial y que podía hacer muchas cosas con sus manos. No me considero una persona que profese el budismo, pero la base de todas las religiones y filosofías es ser buena persona y tener una buena esencia”.
