¿El último tren?

Opinión 08/09/2021 . Hora: 10:08
¿El último tren?

Por Bruno Ferronato, Franco Galeano y Germán Epelbaum

Las elecciones son, para buena parte del imaginario popular, el momento en que “la política” vuelve a mirar a “la gente”. Si bien la praxis del dirigente, con cargo o no, requiere permanentemente ponderar y evaluar el termómetro de la calle, esta etapa es particular.

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Funcionarios y políticos de carrera que han vivenciado la pandemia desde otro ángulo se están por enfrentar con un escenario que les va ser más que hostil; tanto a oficialistas como opositores. Casi diez años de estancamiento, más de casi 4 años consecutivos de caída del salario real en un contexto de (¿fin de?) pandemia ha provocado una crisis económica que promete extenderse al plano político en caso de continuar con la misma dinámica. 

Hace pocas semanas, reconocidos analistas políticos intentaban explicar por qué en Argentina no se rompe la política partidaria a pesar del colapso económico, mientras que en Brasil, Chile y Perú eso sí sucedía. Sería interesante reflexionar que, de mantenerse la mala situación económica, la inestabilidad iría en aumento. Quizás la abultada presencia de candidatos de la “nueva” derecha sea un síntoma de este malestar.

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A nivel nacional, el cada vez menos frecuentado televisor muestra en sus pantallas peleas y realidades que no son las propias ni expresan sus intereses. Es claro que en el país existen distintos proyectos en disputa, en lo económico y social. No todo es lo mismo y cuando se repite demasiado ese axioma lo que se pone en peligro es la democracia que supimos conseguir. Sin embargo, la “clase política” -muchos y muchas de ellas miembros gustosos de esa casta sin reconocerse en ella- parece contribuir a esa idea, muchas veces plasmada en agendas alejadas de los problemas reales de la ciudadanía. 

Sepan disculpar quienes tienen ideas realmente comprometidas para con su pueblo, pero aquellos a quienes deben representar saben que algunos candidatos no pasan y mucho menos pueden imaginar sólo algunas de las angustias por las que atraviesan los ciudadanos y ciudadanas de a pie. Las fotos de la juntada “clandes” de Olivos en el momento más duro de la pandemia, y dirigentes que se niegan a aislarse como simples mortales al volver de sus giras 5 estrellas por el mundo confirman esta separación de la realidad que viven algunos.  

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Los personajes populares con que cuenta nuestro país, los que realmente alcanzaron el amor de pueblo, son contados por la mano. Consejo gratis: Guarda candidates con impostar barrio y costumbrismo para dirigirse  a eso a lo que le llamamos “el pueblo”, pues no vaya ser cosa que sus representados terminen viendo a privilegiados hablar en su nombre, y eso no le va a hacer ninguna gracia.

En las elecciones provinciales que ya se dieron este año, por ejemplo en Misiones y Salta, se observa que fue a votar mucha menos gente de lo esperado. Incluso en la provincia del NOA el voto en blanco superó a los partidos tradicionales en algunas categorías. Estos dos  fenómenos, el voto en blanco y la no participación política, amenazan con replicarse en todo el país en las próximas elecciones. Tampoco sería entrañable el fortalecimiento de incipientes fuerzas políticas que busquen canalizar el descontento apuntando a llevar los discursos ideológicos al extremo.

En nuestro país la mitad de los pibes son pobres y la economía no termina de arrancar. Esto, sumado a los problemas estructurales de la estructura productiva irresueltos por décadas, las dificultades para el sistema educativo que profundizó la pandemia, el ambiente a punto de estallar y los miles de barcos de variopintas banderas depredando nuestros recursos, entre otras yerbas que el lector podrá seguir enumerando. Sería muy valioso que la agenda nacional sea protagonizada por la discusión del rumbo del desarrollo. Necesitamos hablar de forma seria y madura sobre minería, agro e infraestructura. Por supuesto, todas cuestiones donde no se puede dejar de lado la cuestión ambiental. La chicana berreta y la consigna vacía la podemos dejar para cuando tengamos todo resuelto. Aún así, con pobreza, desempleo y estructura exportadora primarizada, tenemos condiciones de sobra para que nuestro país salga adelante, si avanzamos con industria, valor agregado y agro funcionando a todo vapor, y pudiendo posicionarnos además como uno de los pilares de la transición energética que se impone a nivel mundial, y ocupando un lugar importante en el tablero geopolítico.

Mientras soñamos progreso y discutimos con la idea que tenemos de nuestros adversarios, las góndolas están prendidas fuego, lo que hace desvalorizar a los salarios en cada compra.  Según la Fundación Mediterránea, en el último año, la inflación acumulada fue del 40,4% en el primer trimestre.  Focalizando en la evolución de la masa de ingresos formales, que depende de los salarios pero también del empleo, para el período 2011-21 la mayor contracción en términos reales se observa en provincias como Catamarca (-26 %), La Rioja (-22 %), Tierra del Fuego (-20 %) y Chubut (-18 %) y, en el otro extremo, el incremento de 4% registrado en Neuquén, una provincia en la que el empleo aumentó 24% en el periodo. Las limitaciones estructurales nos estallaron en la cara.

Los grandes y verdaderos líderes, no sólo políticos, son quienes pueden entender el sentido de los tiempos, e incluso crearlos. Resulta necesario que las dirigencias políticas, empresariales, sindicales, etc. empiece a pensar qué país queremos y podemos tener a largo plazo. Urge una sinergia de Ushuaia a La Quiaca y de Buenos Aires a Mendoza para pensar los próximos años de la Argentina, de forma coherente y equilibrada. El sector privado de la economía necesita un nuevo impulso, y los empresarios tendrán que entender que sin impuestos no hay Estado, y sin Estado no hay país posible.

Se dice también y no sin razón, que las elecciones las gana quien logra sintonizar sus ideas con los sueños y aspiraciones de los electores, y prometer futuro que represente un cambio concreto en la situación. Durán Barba lo entendió, y luego le dijo a Macri que se saque el bigote y no diga lo que pensaba. Lo supo Cristina en la arremetida histórica de medidas populares que se dieron entre la derrota bonaerense de 2009 y la reelección de 2015. 

Si quienes entienden a la política como herramienta para transformar la vida de las personas y resolver colectivamente los problemas realmente aspiran a representar a la ciudadanía, deberían volver a preguntarse por los problemas de la gente. La agenda no está en twitter, ni en los tribunales ni en la rosca política que se vió estos días. Está en la panza del pibe que viene comiendo fideos, en la máquina económica que todavía no volvió a prenderse. Si no se vuelve la mirada hacia el lado de las necesidades reales de la gente y se sigue divagando, no recibirá la cachetada el candidato derrotado sino todos “los políticos”. 

*Germán Epelbaum: sociólogo, doctorando en Ciencias Sociales (UNLP), maestrando en Ciencia Política (UTDT), y Director de la Consultora Arquetipos.

*Bruno Ferronato: abogado, sociólogo y maestrando en Ciencia Política (UTDT).

*Franco Galeano: licenciado y maestrando en Ciencia Política (UTDT).

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