Santiago Acevedo tiene 26 años, es de La Plata y cuenta con un diploma que muy poquitos puede exhibir: se recibió de Licenciado en Física con un promedio final de 9,80. Una nota impactante.
LAPLATA1.com dialogó con él. Actualmente es docente de una materia de matemática en la Facultad de Ingeniería. ¿Pero cómo hizo para llegar a ese promedio brillante?
“Fui a la Escuela técnica 8, la que está ubicada en 7 y 526. Ahí elegí la especialidad de Química y tuve 3 años de laboratorio. También hice una pasantía en el instituto de Química de Camino Centenario y 505”, recuerda.
“Notas buenas tuve siempre, pero matemática me costaba. Era abanderado pero no sentía tener facilidades. Siempre me quedó pendiente ir a las olimpiadas de matemática, pero sentía como que no podía”, dice el joven. Pero a contrarreloj decidió cambiar de planes: no siguió Química, sino Física. Todo gracias a unos videos que vio en internet.
“Cuando entré a la Facultad la realidad es que estudiaba como un animal. Estudiaba, iba a la facultad, volvía y estudiaba. Y el tiempo que no estudiaba entrenaba. Estaba completamente enfocado en el estudio. Solo entrenaba. Y el entrenamiento me servía para relajar el cuerpo y la cabeza para seguir estudiando”, explica Santiago.
Su pasó por Física fue un desfile de “10”. Pero hubo tres excepciones: se sacó un 7, un 8 y un 9. La primera vez que no se sacó un 10 fue en segundo año. “Fue un golpe al ego más que nada”, dice entre risas ahora.
“Es cierto que en relación con las becas y con el aura de elitismo el promedio es muy importante, así que siempre sentí mucha presión de tener que sacar buenas notas. Incluso otro factor que es igual o más duro es la velocidad con la que hay que hacer la carrera. Mi único consejo iría asociado a esa velocidad: encontrar la propia. Así se puede disfrutar más todo”, reflexiona.
El entrenamiento fue una salida muy importante para Santiago. Lo energizaba. “A mí siempre me gustó el deporte y la actividad física. Con el tiempo fui encontrando que lo que más me gusta es la acrobacia y el circo”. La foto de portada ilustra claramente sus dos pasiones. Sin tiempo que perder. En simultáneo.
“En cuanto a la dificultad de la carrera, personalmente podría decir que para mí fue muy difícil. Y algo que es sorprendente para mí es que por más que uno se acostumbra a estudiar y aprender cosas nuevas todo el tiempo, al menos para mí nunca dejó de ser un proceso difícil y que requiere muchísima energía y dedicación”, subraya.
Y concluye: “Estudié un montón y también es clave el carácter a la hora de exponer porque la carrera tiene todos finales, entonces tenés que dar muchos orales. Siempre me desenvolví bien en ese campo, frente a los profesores. Es importante entender la dinámica de la evaluación. No es solo saber el contenido sino entender el juego que te propone la institución. Conocí gente mucho más inteligente que yo, pero no necesariamente tenía mejores notas”.
