Matilde Éster Querejeta no sabe qué edad tiene. Habría nacido en La Plata. Al menos esa es la versión más fuerte que pudo recolectar. Fue en una clínica ubicada en 17 entre 70 y 71.
La partera se llamaba Luisa Giuliani. Pudo haber nacido el 11 de noviembre de 1960 o el 3 de agosto del 1963. Sus padres apropiadores nunca le dijeron la verdad. Le contaron varias historias pero el rompecabezas es muy complejo.
Su mamá adoptiva se llamaba Angélica y trabajaba en el Hospital de Melchor Romero. Por sus contactos, logró dar con la partera mencionada y retiró a Matilde por su clínica de forma irregular. Pagaron por ella.
“Esta versión no puede ser verdad porque yo nací con un kilo y medio de peso, y tuve que haber estado en incubadora. Pero no de eso no hay registro”, dice en diálogo con LAPLATA1.com Matilde, que busca sus raíces.
Supuestamente su mamá biológica tenía solo 13 años cuando quedó embarazada de ella y prácticamente vivió en la clínica de Giuliani durante el proceso. Pero tampoco esta explicación es 100% certera.
Hace un año la historia se volvió más intrincada. Apareció una supuesta hermana de Matilde. “No puedo dar crédito de que sea mi hermana, tendríamos que hacernos el estudio, aunque nos parecemos bastante”, dice. ¿Cómo sería la historia? La mamá biológica de Matilde habría tenido una relación paralela con un hombre, quedó embarazada y tuvieron una hija. Matilde. Pero como se trataba de una relación prohibida, la joven no pudo quedarse con Matilde y se volvió a su pueblo sin la pequeña.
Otra versión da cuenta de que su padre biológico en realidad podría ser su padre "adoptivo". Su apropiador era una persona con bastante dinero y varias empleadas de limpieza. Pudo haber tenido un romance y allí nacer Matilde. “Si fuera así me dolería bastante porque estando ahí con él nunca me dijo la verdad”, dice.
De su infancia tiene recuerdos vagos, aunque sabe que vivía en una casa de 115 entre 64 y 65, donde actualmente hay departamentos. Todavía puede recordar cómo era el pasillo, las habitaciones y la "manito" para tocar la puerta de entrada.
Con mucha dificultad, Matilde trata de reconstruir todo. “Es como buscar una aguja en un pajar”, reconoce. Ante cualquier información deben contactarse a su Facebook.
